Tres meses después de la escalada del conflicto palestino-israelí desencadenada por el ataque del 7 de octubre por militantes de Hamás contra territorios israelíes, Tel Aviv parece decidido a continuar su ofensiva contra la Franja de Gaza, ignorando el número de civiles palestinos muertos en su afán por castigar a Hamás.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, inició un nuevo viaje a países de Medio Oriente y se reunió este 6 de enero en Estambul con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para hablar de las hostilidades en curso en la Franja de Gaza.
Aunque los medios de comunicación sugirieron esta semana que Blinken intentará facilitar el regreso a sus hogares de los palestinos desplazados por los combates e instar a Israel a que aumente la ayuda a los palestinos, el abogado estadounidense especializado en derechos humanos Francis Anthony Boyle sostiene que el secretario de Estado estadounidense “no trama nada bueno“.
En una entrevista con Sputnik, Boyle, profesor de Derecho Internacional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Illinois, sugirió que Blinken se dirigió a Medio Oriente para “coordinar mejor la escalada del conflicto” allí en lugar de intentar poner fin al derramamiento de sangre.
“De hecho, la Administración Biden solo tiene que ordenar a Israel que cese el fuego inmediatamente, y tendrán que hacerlo. Pero, por supuesto, Blinken no va a hacer eso. Es un sionista acérrimo. Está en el complot con [el primer ministro israelí, Benjamín] Netanyahu para infligir un genocidio total a los palestinos”, dijo Boyle.
Según él, parece que Estados Unidos “sólo apoya lo que quiere hacer Israel”, que actualmente parece estar intentando desplazar a más de 2 millones de palestinos de la Franja de Gaza.
“Si nos fijamos en los países a los que va a ir Blinken, va a intentar neutralizar cualquier oposición a este plan por parte de Israel y ver si pueden llevarlo a cabo”, señaló Boyle.
También argumentó que la administración Biden es “cómplice del genocidio israelí contra los palestinos” al suministrar a Israel material militar y municiones y al proporcionar al gobierno de Tel Aviv apoyo político.
El pasado 7 de octubre, el movimiento palestino Hamás lanzó un ataque sorpresa contra Israel desde la Franja de Gaza causando unos 1.200 muertos y cerca de 5.500 heridos y capturando a unos 240 rehenes.
En respuesta, Israel declaró la guerra a Hamás e inició ataques masivos contra instalaciones en Gaza, incluidas las civiles, al tiempo que imponía un bloqueo total al enclave palestino cortando el suministro de agua, alimentos, medicinas, electricidad y combustible. El 27 de octubre, Israel lanzó una incursión terrestre a gran escala en la Franja de Gaza.
La campaña de bombardeos dejó hasta la fecha más de 22.000 muertos y más de 55.000 heridos en el enclave palestino.
Del 24 de noviembre al 1 de diciembre, durante una tregua humanitaria pactada con la mediación conjunta de Catar, Egipto y Estados Unidos, se canjearon 80 rehenes israelíes de Hamás, en su mayoría mujeres y niños, por 240 presos palestinos sin delitos de sangre. Además, las milicias palestinas liberaron a casi 30 cautivos más, en su mayoría tailandeses residentes en Israel. Unos 130 rehenes todavía permanecen cautivos en Gaza.
Al expirar la tregua, las operaciones bélicas se reanudaron y el flujo de ayuda humanitaria que llega al sur del enclave palestino desde Egipto se redujo nuevamente a una quinta parte de lo que Gaza recibía antes de esa guerra, según la ONU.
Fuente:https://sputniknews.lat/
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