Los simulantes
Lo hacen con la anuencia de las autoridades electorales. Burda manera de impostura. Quienes navegan en las lagunas legales, los precandidatos a los cargos de elección electoral, a quienes debieran de convencer los militantes de sus partidos políticos.
A lo largo del territorio nacional, panorámicos, batucadadas en las principales calles citadinas, caminando en las zonas rurales, buscan la preferencia de los electores generales.
Ya reparten camisetas, pegatinas con sus nombres, organizan loterías populares en las colonias de quienes menos tienen.
Prometen lo imposible. Desde la seguridad contra el crimen organizado. Mejorar la calidad de las carreteras. Mayor inversión. Empleo para todos. Tarjetas de ayudas para estudiantes, adultos mayores,mujeres en desamparo y quienes perdieron el empleo.
Se promueven de forma grotesca. De hacerlo, ningún tribunal electoral daría abasto para la cantidad de denuncias. Resultaría imposible tramitar, multar e inhabilitar a la caballada del 2024.
Prefieren hacerse de la vista gorda. Como si nada pasara. Le dejan al elector la carga. Así desde presidencia nacional, gobernadores, diputados federales, alcaldías y diputados locales, están zurcidos con el mismo telar y el hilo de la suspicacia.
Con tan solo colocar el prefijo de pre al ungido por la voluntad de los grupos en pugna. Así Claudia y Xóchitl presentan al empresariado sus planes sexenales de trabajo.
Determinar un freno en la temporada de las cargadas, para los ministros de la corte, los supera.
La democracia mexicana vive el duelo adelantado. Los simuladores, aquellos de la sonrisa volante, inscriben el convenio de impunidad flagrante.