Los danzantes
Les vendieron la marcha por la democracia como una pregunta de opción única.
Con las consignas abigarradas de hace 18 años. Ya no pesa en el ánimo de los jóvenes. Para dar seguimiento, las frases de lo nuevo, lo joven, no entienden el sentido de Nicaragua, Venezuela o Cuba.
Para ellos ni siquiera pueden situar en un mapamundi donde queda Nicaragua. De Venezuela conocen, al igual de Cuba, como lugares exóticos, donde muchas de las mujeres de exportación, llegan al país como brincolín para el sueño americano.
En las capitales de provincia y en el centro del poder, en la CDMX, defender una institución como el INE, tiene menos importancia a las presentaciones de Karol G o el rompimiento sentimental de Peso Pluma.
Nuestros nuevos anti oficialistas, en otro tiempo fueron oficialistas. Detentaron el poder a sus anchas. Obtuvieron prebendas notorias con empresas paraestatales. Colocaron a sus hijos trabajando incluso para la presidencia de México.
Del comunismo Castrista, la locura de Maduro o las imposiciones de Washington en Nicaragua, dista un trecho profundo.
Ante una votación copiosa, generalizada, ningún Instituto Electoral necesita defensa. El efecto contrario es cuando pensando en las estructuras electorales de antaño, las del robo de casillas, la operación carrusel y hasta el voto de los difuntos, les da la ventaja contra un partido construido a pedido expreso del presidente.
Nuevo León, Jalisco, la CDMX y otras entidades, las voces y los panfletos le llaman dictador, cuando no lo es.
Danzar a la par de quienes si obtuvieron posiciones jugosas resulta inmoral. Hasta grosero. Polariza con tanta anticipación una supuesta elección de estado.
No hay duda sobre el resultado presidencial. MORENA se llevará la presidencia. Los sufragios para alcaldías, diputaciones locales, federales y el senado son el campo de batalla. Judicializar el resultado es tocar la campana en el ring antes del último combate. Un sinsentido sin evidencia.