Los otros 132
Diluyeron sus ideales. Muchos de ellos el mismo sistema los absorbió. Los notables hacia el lado de los rebeldes ahora oficialistas.
Ninguno de los postulados hizo nido. Las redes sociales, el nicho de sus demandas, con la misma rapidez les marcó la extinción.
La legión de los estudiantes universitarios está preocupada por otros temas. Les prende el advenimiento de un festival musical. Perderse en la multitud de géneros, preferencias y orientaciones.
Bostezan con los tiempos oficiales en la televisión. Brincan de frecuencia o se van al streaming. Comulgan entre la vida glamourosa del hampón de barriada. Videojuegos donde el ganador es quien elimina a los contrarios.
Al universitario promedio, quien jugaba al Minecraft o al Roblox, puede soñar con laborar en Tesla o conducir un vehículo eléctrico.
No se identifica con Samuel García o Mariana Rodríguez, incluso con el joven candidato presidencial Máynez.
Les parecen arrogantes, carentes de sentido común e incluso sin practicidad. Desconocen las horas en los parabuses. Ir perdidos con hambre en las líneas colapsadas del metro o del metrobus.
Lo fosfo fosfo no es nuevo. Es lo primaveral. Esa parvada de lobos disfrazados de corderos. MORENA convirtió las bases juveniles en sus clientes favoritos. Los copó en apoyos financieros. Becas de aprendices y pensiones para sus abuelos.
Para los nuevos 132 ningún candidato le ha propuesto modificaciones reales a su calidad de vida. El retorno de las leyes beneficiosas para cuando alcancen la vejez.
Quien enarbole esa propuesta se llevará toda la base social juvenil. Sin necesidad de tranzar con negocios ilícitos o participando en células del crimen organizado.