El hechizo de las hadas
Lo hicieron por méritos personales. En el congreso del Estado de Nuevo León, como también en la Presidencia de la Republica y en algunas gubernaturas, las mujeres desplazaron a los varones.
Desde las sufragistas, en la cuna inglesa, muestran el brazo ejecutor de múltiples reformas sociales aplazadas. Equidad la principal de ellas. Respeto como profesionales. Intachables a la hora de impartir justicia.
Ya no son moneda de cambio. Hacerlas renunciar para cumplir con la cuota de representatividad. Observan al universo con otros ojos. Irrisoria la frase de detrás de cada hombre hay una gran mujer.
Caminan a la par. Las metas personales las cumplen a cabalidad. Incluso si deciden convertirse en madres solteras. Multiplican las horas del día. Las primeras en llegar y las postreras al ir a reponer las energías.
Este ejercicio de confianza electoral permitirá escuchar sus interlocuciones en los presídiums. Sin ser relleno o la cara bonita como edecanes.
Tal vez la presienta electa no continue con la rendición mañanera de cuentas a la nación. Tampoco será necesario usar el apellido de la pareja o del marido. El manejo de la agenda nacional, gubernamental, en el senado y las diputaciones federales como las locales, llevan ya impresa la marca de agua.
Denostarlas no servirá de nada. Lograr acuerdos requerirá mayor inteligencia y tacto. No mentir, no traicionar y mucho menos robar. Esa es la prueba de fuego para todas ellas.
México ya no soporta radio pasillo ni los chismes de lavadero. Directas, sin ambages, centradas en la realidad de la administración pública.