Juan Lehmann
Desde Argentina
Las ventas entre enero y mayo cayeron 15,9% de manera interanual y tuvieron su peor desempeño en 20 años. La licuación del poder adquisitivo afecta a una industria emblemática del país. “Nunca en la historia los argentinos comieron menos carne”, dijo a Sputnik Miguel Schiaritti, presidente de la cámara que nuclea a empresarios del sector.
El impacto de la recesión que atraviesa Argentina llegó a las parrillas. En los primeros cinco meses del año el consumo de carne vacuna se desplomó un 15,9% a nivel interanual, registrando la peor marca en dos décadas. Si bien en los últimos meses los precios subieron menos que la inflación, la industria atraviesa una situación crítica.
El dato se desprende del último informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Bienes y Derivados de la República Argentina (CICCRA). De acuerdo con estudio, la ingesta de carne vacuna fue cediendo terreno ante sustitutos como el pollo y el cerdo, en virtud de la diferencia de precios. Anualizado, el registro de enero-mayo indica que el consumo per cápita sería de 44 kilogramos, un 30% menor al registrado en 2013, y solo comparable con el 2020, en plena pandemia.
El resultado es inescindible del contexto de deterioro sostenido del poder adquisitivo de los ingresos en el cual se inscribe. El Instituto para la Promoción de la Carne Vacuna informó que el precio promedio del kilogramo de carne vacuna en la zona AMBA se ubicó en 7.373 pesos (ocho dólares a tipo de cambio oficial), mientras que el del pollo fue de 2.539 (2,7 dólares). Ante tamaña diferencia, la opción por la alternativa luce inevitable.
Números rojos
“Nunca en la historia los argentinos comieron menos carne. Es uno de los peores registros de la historia, apenas comparable con la crisis del 2001, cuando se reemplazaba la carne por productos no proteicos”, dijo a Sputnik Miguel Schiaritti, presidente de la CICCRA.
De acuerdo al empresario, la explicación es fácil de comprender: “Los primeros cinco meses de este año dan un derrumbe muy fuerte: el consumo de carne por persona cayó cinco kilogramos de manera interanual. Es fácil contextualizarlo: el poder adquisitivo de los salarios cayó, en promedio, casi un 14% en los últimos 12 meses“, indicó.
“Si con el importe de un kilogramo de carne se compran casi tres de pollo, la respuesta es evidente. No creo que el asado desaparezca, porque los argentinos siempre vamos a rebuscárnosla para poder prender la parrilla el fin de semana, pero eso depende de la mejora de la economía en general”, agregó Schiaritti.
El dato que reviste mayor complejidad para el análisis del delicado escenario responde a que la caída en el consumo convive con una moderación en el incremento de precios de la carne. Mientras que la inflación general fue del 4,2% en mayo y del 8,8% en abril, en ambos casos el aumento del precio del producto fue de la mitad de dichas cifras.
“Se está incubando un atraso en los precios: cuando se reactive la economía seguramente haya un fuerte salto en en las góndolas, y eso puede dificultar más la situación”, remarcó el representante industrial.
En primera persona
Marta tiene 60 años y desde hace 30 es dueña de un almacén en el barrio porteño de Almagro, en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires. En diálogo con Sputnik, afirmó que “hoy estamos vendiendo muy poca carne. Quizás en mayo vendimos algo más, pero pareciera que ahora las ventas han ido retrocediendo cada vez más”.
“Los clientes buscan productos de reemplazo no solamente en la carne, sino en todos los productos. Están creciendo los productos de segundas marcas: los más baratos son los que terminan imponiéndose, y eso es algo que antes no se veía tanto y que ahora hemos naturalizado”, sostuvo.
Según la entrevistada, uno de los factores de mayor incidencia en la frágil coyuntura que atraviesa la industria remite al aumento en los costos vinculados a las tarifas energéticas. “Los gastos fijos de los frigoríficos se han disparado hasta alcanzar montos muy elevados. La gente tiene que pagar la luz y el gas antes de salir a comprar al supermercado”, enfatizó Marta.
El caso de la comerciante es apenas uno más que pinta una realidad generalizada. La caída en el consumo lleva a que cada vez más compañías se vean ante la necesidad de frenar la producción, poniendo en riesgo puestos de trabajo. Consultado por Sputnik, el economista Martín Kalos consideró que “la pregunta sobre las empresas no es cuándo van a contratar, sino hasta cuándo van a despedir. Muchas firmas están pasando de suspensiones o vacaciones adelantadas a los despidos directos”.
“La recuperación económica no iba a ser nunca muy inmediata. Creo que hemos tocado el piso en materia de actividad, pero el riesgo es que esta situación se extienda sin arribar a una clara recuperación es concreto. La evolución de la mayoría de los sectores va a estar planchada durante un plazo considerable de tiempo”, sostuvo el experto.
Fuente:https://latamnews.lat/
CC BY 2.5 / Pablo D. Flores / Asado argentino
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