Born the 4th July
Recibidos desde el automóvil. La camioneta blindada al máximo nivel. En las faldas de la Sierra Madre. Inscritos en la lista de selectos. Ahí, la casa del cónsul de los Estados Unidos de América.
Desfilar por el pasillo. El besamanos con el mandamás. Presentamos nuestros parabienes y el nombre de pila bautismal. Añadimos God bless America.
Al pasar a los jardines entregaron la hoja impresa con el himno. Por sectores, cada uno, de pie, daba rienda suelta al comentario lisonjero. Empresarios, muchos políticos de medio pelo en acenso.
Por los costados las bebidas. Vino Carlo Rossi, desde el valle de California. Cubas libres aderezadas por Ron Bacardí. Nada de cerveza. Refresco de cola y muchas servilletas con la impresión del Consulado de Estados Unidos.
Saludamos de lejos a Ivonne Álvarez y al grupo de agremiados del PRI con ella. Los de Acción Nacional aburridos de tanto heroísmo ocasional.
En punto de las 20 horas el honorable cuerpo diplomático solicitó silencio. El cónsul hablo de México como el gran amigo y aliado.
Después de ello recordó las 13 colonias iniciales. Aquellos peregrinos de apego cristiano. Al salir de la Gran Bretaña tan llevada por los caminos del pecado.
En el nuevo mundo floreció la semilla de la libertad, la esperanza, la igualdad y el american way of life.
Al sonar el national antem hicimos como lo hacen ellos. Imitamos el movimiento de labios. Poco basta la entonación y la correcta pronunciación. Ahí todos éramos norteamericanos.
Así volvimos a la realidad. Al subir al Tsuru y pasar por el túnel de la loma larga. Por instantes y sin necesidad de visa, fuimos parte del futuro.