Las brujas de occidente
Debemos acostumbrarnos a su presencia escénica. En cada foro político. Las Universidades ya las dominan. Los hogares sobreviven gracias a su insistencia. Ya leyeron a Sor Juana. Se identifican con Silvia Plath. Cantan con Omara Portuondo, Tania Libertad y Madona.
Estamos en la víspera de la primera mujer presidente. En Nuevo León, la mesa directiva del congreso del estado se maneja entero por damas. El evangelio de las maravillas femeninas. Empoderadas, incomprendidas, la cadena de mando las beatifica.
Algunas visten de manera ejecutiva. La clase de colorimetría ausente. Sin dios y sin amo. Siglos de supresión. Todo México será tierra de huipiles. Blusas bordadas por nativas mexicanas. Feminidad a ultranza.
Antes, sus aspiraciones les habrían colocado una letra escarlata o las incluiría en la hoguera. Los confesores, verificadores de la congregación de la fe, en el acuerdo violento de desnudarles para encontrar la señal demoniaca.
El delito de la inteligencia, del buen corazón. Militantes de la equidad. La próxima entrada en el continente llega pronto con Kamala Harris. Quien las esconderá. Ni siquiera los militares varones se atreven a mirar a los ojos.
Ellas tienen el control. Algunas aun sueñan con ser princesas Disney. Escribir libros de poesía profunda sobre el desamor de sus padres. En avanzada, congelan sus óvulos para la maternidad pospuesta por encima de los 40 años.
Las brujas de occidente cierran los capítulos de sus relaciones exclusivas. Dan sabor a las conversaciones sobre sus subordinados. En sus manos está el presente. No cabalgaran hacia el ocaso.
Olvidaba. Ojalá no tiemble hoy en la nación.