Por vivir en quinto piso
Compre aire. Viva de ilusiones. Cuales hongos en humedad, los edificios multifamiliares en zonas residenciales explotaron por todas las capitales de nuestro México tan herido.
Luis Alcaraz nos recuerda un país de migraciones. Lo hizo verbo. Por vivir en quinto patio
desprecian mis besos; un cariño verdadero, sin mentiras ni maldad.
El cantautor se refería a aquellos viejos palacios virreinales venidos a menos. Donde los inmigrantes desde la provincia se apoltronaron, convivieron, formaron nuevas familias y se fundieron en los derrumbes de la memoria.
Los nuevos multifamiliares atraen compradores incautos. Para venderles metros cuadrados con amenidades. Zonas comunes para compartir piscina, juegos infantiles, cajones de estacionamiento y una basta cantidad de informalidades inacabables.
Quienes adquieren su palomar no reflexionan sobre la vida útil de una edificación. Mucho menos el costo mensual de mantenimiento. A la larga las mejoras ya no entraran dentro de la garantía. Deberán hacerse sin molestar la tranquilidad de los vecinos.
Todos tan aspiracioncitas, cultos, familias modelos, donde la mujer se ocupa de permanecer en la vitrina de trofeo. Para eso la nana cultiva la educación. El marido soporta la presión empresarial o de empleado de alta gerencia.
En el quinto piso en el edificio de 20 se conocen las singularidades de los contiguos. Luis Alcaraz siempre dio al blanco. Apartamentos, palomeras, modernas naciones para todos los gustos y posibilidades económicas.
El amor, cuando es sincero, se encuentra lo mismo, en las torres de un castillo, que en humilde vecindad.