El Reino Unido se ha convertido en el destino de más inmigrantes ilegales que cualquier otra nación europea. Con los 973 inmigrantes que arribaron solo el 5 de octubre, se calcula que actualmente hay 745.000 inmigrantes no autorizados en el país, según una investigación de la Universidad de Oxford.
En otras palabras, los inmigrantes ilegales representan 1 de cada 100 británicos. En esta cifra se incluyen los inmigrantes que cruzaron el canal de la Mancha en pateras, los solicitantes de asilo rechazados y los extranjeros que han rebasado la duración de sus visados. El número de inmigrantes en el país supera al de Alemania (hasta 700.000), España (469.000), Italia (458.000) y Francia (300.000).
La cifra total de personas que cruzaron el canal de la Mancha hacia el Reino Unido en 2024 ha crecido un 5% desde septiembre de 2023, y se sitúa actualmente en 26.612 personas en 503 embarcaciones.
El 5 de octubre se batió otro triste récord de llegadas diarias para 2024, al cruzar el canal de la Mancha 973 inmigrantes en 17 pateras, según el Ministerio del Interior británico. Cuatro de estos ilegales murieron al intentar cruzar el canal, entre ellos un niño pequeño, según confirmaron las autoridades francesas.
Los datos también mostraron que había un retraso global de 224.742 solicitantes de asilo a la espera de una decisión sobre sus respectivos casos o de recurrir a su denegación.
Los responsables políticos deben ser conscientes de la magnitud del problema de los inmigrantes ilegales, señala Denis Kierans, investigador principal del centro de migraciones COMPAS de Oxford.
“Se trata de personas que viven y trabajan en el Reino Unido, pero que operan al margen del sistema general de impuestos y prestaciones. Lo que esto significa es que el Estado deja de percibir sus contribuciones al erario público mientras ellos acaban en los márgenes de la sociedad, expuestos a la explotación y la indigencia”, indica.
El creciente sentimiento antimigrante en el país y la incapacidad del primer ministro británico, Keir Starmer, para gestionar la crisis desencadenaron una oleada de violentos disturbios que sacudieron el Reino Unido a principios de año. Starmer fue criticado por tardar demasiado en convocar el primer Comité de Contingencias Civiles para coordinar la respuesta a los disturbios. Además, los informes afirmaban que la respuesta de la Policía británica a la violencia se vio perjudicada por los recortes del Gobierno, que hicieron que el cuerpo perdiera miles de agentes con experiencia.
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