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Gerardo Ledezma

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¿Cambio de rumbo o más de lo mismo en el PAN bajo Jorge Romero?

El Partido Acción Nacional (PAN) se encuentra en un momento decisivo tras la reciente elección de Jorge Romero Herrera como nuevo dirigente nacional, un cargo que asume con un respaldo contundente a nivel nacional y especialmente en Nuevo León, donde obtuvo más del 90% de los votos.

Sin embargo, el nombramiento de Romero plantea dudas en torno a la continuidad y posible renovación del partido, una cuestión que algunos consideran clave tras la crítica etapa liderada por Marko Cortés.

La sombra de Cortés no es fácil de ignorar. Recientemente, el exdirigente fue objeto de fuertes críticas por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien lo acusó de hacer el ridículo y hasta sugirió que sus declaraciones podrían interpretarse como “traición a la patria”.

Cortés había pedido la intervención del gobierno estadounidense en la lucha contra el narcotráfico en México, proponiendo que el problema fuera catalogado como “narcoterrorismo”.

Este llamado a una intervención extranjera despertó indignación en el gobierno y generó un acalorado debate sobre el papel y la postura del PAN ante el narcotráfico.

Ante esta herencia conflictiva, Jorge Romero tiene el desafío de redefinir el rumbo del partido. En su primer mensaje, ha prometido enfrentar los problemas nacionales con humildad y responsabilidad, y construir una organización más inclusiva y abierta.

Sin embargo, muchos se preguntan si realmente logrará romper con la dirección marcada por Cortés o si continuará en la misma línea de confrontación con el gobierno federal, la cual ha sido cuestionada y ridiculizada por la administración actual.

Este nuevo liderazgo llega en un contexto en el que el PAN debe replantearse cómo recuperar su papel como una alternativa real de gobierno, frente a una administración morenista que busca consolidar su influencia en todo el país. Las declaraciones de Sheinbaum no solo reflejan su opinión sobre Cortés, sino que también sugieren que el PAN, bajo el mando de Romero, deberá moderar su retórica si quiere ser tomado en serio como una oposición legítima.

Romero tiene en sus manos la oportunidad de revitalizar al PAN y restaurar su imagen, comprometiéndose con una dirección más seria y propositiva.

Si se distancia de las polémicas de su predecesor y logra consolidar un proyecto sólido, podría posicionar al PAN como un contrapeso real y creíble en la política nacional. De lo contrario, el partido podría continuar en una espiral de cuestionamientos y divisiones internas que pongan en peligro su relevancia en el futuro político de México.