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Pedro García

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Los puesteros u oferentes, en la vía pública, constituyen un fenómeno social insertado en la economía mexicana, estallado hace poco más de 50 años, tras la tragedia nacional causada por la devaluación en el fin de sexenio de Luis Echeverría Álvarez.

El trabajo como puestero, ambulante y estuchero surgió como una alternativa a la falta de trabajo formal provocado por la crisis económica echeverrista: devaluación e inflación galopante, una carestía en espiral.

El fenómeno de los puesteros y la economía informal se arraigó en el país toda vez de las equivocadas decisiones financieras de Echeverría, López Portillo, Miguel de la Madrid (o el derrumbe), Carlos Salinas de Gortari-Ernesto Zedillo (error de diciembre), donde ambos dejaron a la mayoría de las familias colgadas de la brocha, aunque ellos aterrizaron suavemente en el primer mundo madrileño y Estados Unidos, casi el paraíso. Luego, arribó el panismo con Fox y Calderón (el Fobaproa) y Peña Nieto. Fin del neoliberalismo.

La cuestión es que en la época contemporánea, los puesteros han sido estigmatizados, despreciados y perseguidos por los sucesivos gobiernos municipales en Monterrey. Sólo recuerdo la postura sensible de don Luis M. Farías que se refirió al comercio informal como un producto de las crisis económicas. Los gobernantes que persiguen y prohíben (aunque con disimulo) el comercio callejero ignoran que la economía informal ha salvado al país de los estallidos sociales.

Ha sido un amortiguador a las fallas de las políticas económicas y sociales de los últimos 50 años. Casi nada. La economía informal implica, en el fondo, una actitud ante la adversidad porque constituye el arrojo y la iniciativa individual de mujeres y hombres para echarse a nadar al mar abierto, toda vez de la incapacidad de los sucesivos gobiernos para instalar, de una vez y para siempre, una política económico-social eficiente e incluyente.

Monterrey es la Ciudad de las Montañas, pero también puede asignarse, sin duda, la ciudad de los puesteros, fenómeno que nadie de los gobernantes ha remediado a través del fomento, canalizando la actividad a la formalidad, limitándose a la salida fácil de la sanción.

A mayor abundamiento y como aspecto final, también fueron desaparecidos los mercados populares. P.D.-En tres años, se vienen las campañas electoreras.