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Haití despide otro año de violencia, muerte e incertidumbre

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Carlos Morales

Montevideo (Mesa Américas).- Las crisis de inseguridad y gobernanza caracterizaron el 2024 para Haití, donde una alianza de pandillas forzó la renuncia del primer ministro y aceleró la formación de un consejo de transición, que tampoco ha logrado darle al país estabilidad y paz.

De hecho, a inicios de diciembre un cabecilla criminal masacró a 184 personas, en su mayoría ancianos y practicantes de la religión vudú, a quienes acusó de echarle “brujería” a su hijo.

La barbarie recién desatada en los alrededores del muelle Jérémie es apenas otro escalofriante episodio en la interminable saga de horror y muerte del país más pobre del hemisferio occidental: según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), más de 5.000 personas murieron en Haití durante 2024, víctimas de la violencia de las pandillas.

Si bien el drama haitiano es viejo, el país vive una crisis de gobernabilidad desde el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021, tras lo cual el primer ministro, Ariel Henry, asumió las riendas de la nación con el compromiso de organizar nuevas elecciones antes de febrero de 2024.

A finales de ese mes, y sin que Henry honrara su promesa, algunas de las principales pandillas del país se confabularon para crear la alianza “Viv Ansanm” (Viviendo Juntos), liderada por los cabecillas Jimmy “Barbecue” Chérizier y “Ti Gabriel” Jean-Pierre.

En el contexto de un viaje de Henry al extranjero, la coalición criminal lanzó una serie de ataques contra centros penitenciarios, edificios de gobierno y estaciones de la policía, asesinando a fuerzas del orden, liberando a miles de presos y ocupando el aeropuerto Toussaint Louverture.

Al intentar volver a su país desde Kenia, donde viajó para tratar de agilizar el despliegue de una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS) al mando de esa nación africana, Henry no pudo aterrizar en la terminal aérea, ocupada por los bandidos.

El primer ministro intentó entonces aterrizar en República Dominicana para luego trasladarse a Haití en helicóptero, pero la nación vecina le negó el permiso, obligándolo a recalar en Puerto Rico: sus días de gobernante estaban contados, y a finales de abril presentó su dimisión…

TRANSICIÓN TORTUOSA

La renuncia de Henry llegó después de intensas y tortuosas negociaciones para instalar un consejo presidencial de transición (CPT), impulsado por la Comunidad del Caribe (Caricom) y sus socios internacionales, pero sin la venia de las pandillas, que querían más protagonismo.

“El objetivo es insertar a las pandillas de manera real en la ecuación política de Haití, y que las bandas sean parte de cualquier negociación”, dijo a la Agencia Sputnik el escritor estadounidense Michael Deibert, autor de varios libros de investigación sobre esa nación caribeña.

Para el experto, las pandillas haitianas afianzaron su dominio gracias a la inexistencia de un Estado funcional, sin olvidar que durante años fueron instrumentalizadas por los gobernantes de turno.

Se estima que unas 200 bandas armadas aún operan en Haití, la mitad de ellas en Puerto Príncipe, donde el control se lo disputaban la alianza G9, dirigida por “Barbecue” y vinculada al gobernante Parti Haitien Tet Kale (PHTK), y la GPep, de “Ti Gabriel”, asociada con los partidos de la oposición.

Los antiguos rivales unieron fuerzas y lograron paralizar la capital en su lucha por un Gobierno en el que, presumiblemente, tuvieran voz y voto para lograr una amnistía a sus crímenes.

A finales de abril fue instalado finalmente el CPT, y el 4 de junio tomó posesión como nuevo primer ministro el médico y diplomático Garry Conille, quien ya había estado al frente de la “Primature” por unos meses, durante la presidencia de Michel Martelly (2011-2016).

Casi de inmediato comenzó el despliegue de una misión multinacional, con la policía de Kenia como núcleo y el mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de brindar seguridad a las instalaciones sociales y gubernamentales.

Pero, mientras la fuerza extranjera se desplegaba ante la mirada recelosa de la población, una serie de luchas internas en el CPT, sazonadas por acusaciones de corrupción, llevaron a la destitución de Conille y el nombramiento del empresario Alix Didier Fils-Aimé como nuevo primer ministro.

Igual, ni el Gobierno de transición ni la misión internacional han conseguido que la calma regrese, ni que la vida mejore para el haitiano común, que encima tiene que lidiar con una naturaleza hostil.

INUNDACIONES Y MALA VECINDAD

Varias tormentas tropicales y ramalazos de huracanes que pasaron cerca provocaron abundantes lluvias, inundaciones y muertes en Haití durante la temporada ciclónica, con decenas de pérdidas humanas, sobre todo en los departamentos de Nord, Sud y Grand”Anse.

Además, los deslizamientos de tierra y crecidas afectaron a miles de viviendas, la mayoría de ellas precarias, sin que las autoridades de Protección Civil dieran abasto para atender la demanda en un país de por sí golpeado por la escasez de alimentos, agua y atención primaria de calidad.

Las plantaciones de frutas, plátano y maíz sufrieron quedaron arruinados, así como los cultivos de judías, alimento básico para la población haitiana, privando además a los campesinos locales de su principal y quizás única fuente de ingresos.

A su vez, las relaciones con República Dominicana son cada vez más tirantes: las deportaciones de indocumentados haitianos que cruzan la frontera común en busca de ingresos no cesan, mientras el presidente del vecino país, Luis Abinader, amenaza con expulsiones masivas y medidas más drásticas. (Sputnik)

Fuente: https://noticiaslatam.lat/

Foto: redes sociales-Haití

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