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Cuando tu propia medicina no te sienta bien: alarma en la UE ante las injerencias de Elon Musk

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Yaresley Urrutia

La acción comunicativa del magnate estadounidense contra varios dirigentes europeos y su apoyo a fuerzas extremistas son vistas como una injerencia y una amenaza a la democracia. Pero la UE también ha buscado influir en procesos electorales de terceros países. Musk representa una agenda donde el poder económico busca subyugar al poder político.

Los continuos mensajes de contenido político que el hombre más rico del mundo lleva meses publicando en la red social X empiezan a provocar inquietud en buena parte de la clase dirigente de la UE.

Las críticas contra el Gobierno alemán, el apoyo explícito al partido Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) de cara a las elecciones al Bundestag en febrero o el tono amenazante dirigido contra el primer ministro británico, Keir Starmer, son aspectos que han suscitado la reacción verbal de varios dirigentes europeos, como el francés Emmanuel Macron o el español Pedro Sánchez.

Haciendo uso de una posición privilegiada, en tanto que es dueño del algoritmo que amplifica sus mensajes y también como integrante clave de la próxima Administración de Donald Trump, Elon Musk está confrontando la acción política de otros países, especialmente si en frente suyo se hallan Gobiernos con los que no comparte credo ideológico.

Tras las críticas al Gobierno de Olaf Scholz, y también a los de su predecesora Angela Merkel, el apoyo expreso a AfD se saldó el 9 de enero con una entrevista en X a su líder, Alice Weidel, quien aprovechó para negar la etiqueta de “extrema derecha” para su partido y definirlo, en cambio, como “conservador libertario”. Musk describe a AfD como la única posibilidad de “salvación” para Alemania.

En Reino Unido, el archimillonario estadounidense basa su deseo de derribar el Gobierno de Starmer, al que califica de “tiránico”, en la supuesta inoperancia del político laborista en su época al frente de la Fiscalía británica, durante la sucesión de múltiples casos de abusos y explotación sexual de menores a partir de 2011.

En cuanto a España, por ejemplo, Musk retuiteó mensajes de una cuenta polaca vinculada a posiciones de derecha radical, donde se indica el porcentaje de presos inmigrantes condenados por violación en Cataluña.

El interés económico

Pero más allá de intentar aplicar en Europa estrategias comunicativas como las que ayudaron a Donald Trump a ganar las elecciones en EEUU, cabe preguntarse si lo que subyace tras las declaraciones de Musk es un interés económico antes que político.

“Él no hace esto por altruismo o en defensa de la democracia. A él le mueve un interés económico, incluso más allá de la red X y Tesla, por ejemplo, para gestionar las comunicaciones y conexiones a Internet de muchos países”, explica a Sputnik el historiador José Miguel Villarroya, en alusión al sistema nanosatelital a baja altura Starlink.

Las vías de entendimiento con políticos más afines, como es el caso de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, obra la consecución de acuerdos empresariales. Con ella negocia un contrato de 1.500 millones de euros (1.535 millones de dólares al cambio actual) para dotar al Gobierno italiano de comunicaciones cifradas por satélite. El acuerdo contrasta con el lanzamiento del proyecto Iris² de la Comisión Europea, con un presupuesto de 10.600 millones de euros (10.900 millones de dólares al cambio actual) y el llamado a crear una estructura nanosatelital semejante a la de Starlink, precisamente por el recelo que suscita su dominación en este sector de las telecomunicaciones.

“Por eso a Musk le interesa que haya gobiernos que favorezcan la desregulación económica con un mayor liberalismo. Por lo tanto, él defiende a los partidos que favorecen esas ideas”, asegura Villarroya.

“Es evidente que Musk también trata de influir y variar legislaciones para favorecer sus inversiones en Europa”, añade profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Jaime Ferri. En conversación con Sputnik, este politólogo subraya que el “supuesto progreso y liberalismo económico” que Musk y también Trump dicen pretender para todo el mundo, en realidad es solo para EEUU, mediante el “proteccionismo y aranceles”.

Hay que recordar que apenas Elon Musk se hizo con el control de la red X, sus choques con la Comisión Europea fueron constantes, a cuenta del cumplimiento de la Ley de Servicios Digitales de la UE en materia de desinformación, gestión de la publicidad y política de verificación de datos. En agosto, antes de que Musk entrevistara en X a Donald Trump, el excomisario de Mercado Interior, Thierry Bretón, le envió una carta instándole a cumplir las medidas de mitigación en relación con la amplificación de contenidos nocivos.

Poder económico vs. poder político

Pese al interés empresarial subyacente, es imposible desligar los mensajes de Musk de las iniciativas expansionistas planteadas ya por Donald Trump antes de su investidura. También cabe preguntarse si las injerencias del poder económico en el ámbito político son estrictamente nuevas.

“Creo que es una situación en la que se están estableciendo pautas para que el poder político se amilane ante el poder económico, se está marcando una agenda”, afirma Ferri.

A su juicio, la novedad radica en que “el hombre más rico del mundo se alía con el hombre que dispone de mayor poder político”, una situación “peligrosa en sí misma” y en la que Trump también representa el poder económico.

“Pero probablemente esa alianza no dure mucho. Son personalidades muy ensimismadas y egocéntricas. Es previsible que, con el tiempo, choquen”, intuye este politólogo, que no duda en atribuir a Musk “matices de autoritarismo”.

Mientras tanto, los dirigentes europeos muestran una creciente preocupación ante el sentido de las injerencias de Musk. Una muestra la dio el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien durante un acto en celebración de los 50 años de la desaparición de la dictadura del general Franco, calificó la situación creada de “desafío”.

“El fascismo que creímos dejar atrás es la tercera fuerza política en Europa y la internacional reaccionaria o ultra liderada por el hombre más rico del planeta ataca directamente a las instituciones, azuza el odio y llama a apoyar a los herederos del nazismo en Alemania”, declaró Sánchez.

Los términos utilizados por Sánchez son similares a los empleados por Emmanuel Macron, que acusa a Musk de apoyar una “internacional de reaccionarios” y de interferir en procesos electorales en países que no son el suyo. Aunque Starmer y Scholz han renovado sus críticas a Musk, la actitud de la Comisión Europea es menos tajante. Aunque dice que vigilará cualquier intromisión en las elecciones alemanas en el marco de la Ley de Servicios Digitales, recuerda que el multimillonario “tiene derecho a la libertad de expresión”.

En opinión de Jaime Ferri, la actitud de la Comisión es comprensible, dado que “no dispone” de los recursos propios de un Estado. “La Comisión Europea no tiene capacidad sobre la economía como la tiene puede tener el Gobierno de los EEUU o el de China”, recuerda. “Aquí hay mayor pluralidad en aras de mantener los Estados nacionales”.

Un espejo de las contradicciones de la UE

Sobre el sentido de las injerencias de Musk, ha sido el ministro español de Asuntos Sociales, Pablo Bustinduy, quien se ha expresado con mayor claridad, al asegurar que la principal amenaza a la democracia es la “concentración obscena de poder” en manos de los “ultrarricos”.

“Basta con ver al hombre más rico del mundo, Elon Musk, jugando al Risk con las democracias europeas y poniendo las redes sociales, la esfera pública digital, obscenamente al servicio de proyectos políticos antidemocráticos, si no abiertamente fascistas”, manifestó en su cuenta de X.

Sin embargo, el enrarecido clima que reina entre dos teóricos aliados, como son EU y la UE, y las alertas que los funcionarios europeos emiten para la salvaguarda de sus sistemas democráticos, encierran una contradicción. Es como si la UE estuviera experimentando en sus propias carnes el efecto de una parte de su política exterior, aquella que se inmiscuye en los comicios de terceros países y en el diseño de su legislación.

“Es como si a la UE se le estuviera pagando con la misma moneda, porque Bruselas también intenta influir en los resultados electorales de otros países, como los casos de Moldavia y Georgia, saltándose a la torera todas las normas que ella misma inspira, basadas en que no puede haber injerencia exterior”, recuerda Villarroya.

Aunque es “evidente” que la situación está revelando contradicciones, hay diferencias entre las injerencias norteamericanas y europeas, en cuanto a su naturaleza. “La UE hace injerencia en terceros países para defender sus posiciones y mostrarse como una potencia mundial, pero la alianza entre la economía y la política no existe, al menos de una manera tan clara como en EU”, sostiene Ferri, que recuerda también la connivencia de Mark Zuckerberg, e incluso Jeff Bezos, con la nueva Administración estadounidense.

“La UE intenta responder ante esta situación, pues tiene miedo de que se active una narrativa distinta a la que ella defiende y que considera que tiene que ser la única”, concluye al respecto Villarroya, convencido de que la promoción de determinadas fuerzas políticas en Europa por parte de Musk atiende al objetivo de que las narrativas no sean objeto de regulación y verificación.

Fuente: https://noticiaslatam.lat/

Foto: Tomada de https://x.com/elonmusk

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