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Gerardo Ledezma

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Reflexiones sobre el futuro inmediato y la realidad nacional

En los días previos al inicio del mandato de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, las voces de algunos funcionarios y legisladores mexicanos se alzan con preocupación ante la posibilidad de que se adopten políticas migratorias más estrictas. En especial, se habla de la necesidad urgente de garantizar la protección de los menores de edad ante posibles deportaciones masivas. Sin embargo, me surge una reflexión: ¿por qué estas voces no se alzaron con la misma fuerza cuando, a lo largo de los años, miles de niños han cruzado nuestra frontera sur sin la supervisión de un adulto, siendo víctimas del crimen organizado que maneja el tráfico humano? Es cierto que el gobierno mexicano ha impulsado ciertos esfuerzos para frenar este fenómeno, pero la realidad es que la situación sigue siendo grave y, en muchos casos, ignorada.

La llegada de Trump al poder, con su discurso y promesas de endurecer la política migratoria, ha generado temores no solo en cuanto a la suerte de los migrantes, sino también sobre el impacto que tendrá en la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Algunos analistas incluso predicen que este mandato podría generar cambios significativos en varios frentes, desde la economía hasta la seguridad, y que el presidente electo podría poner en marcha un enfoque más agresivo que incluya la calificación de los carteles de la droga en México como organizaciones terroristas. Esto no es una idea nueva; de hecho, estos grupos ya han demostrado su capacidad de destrucción con actos tan devastadores como el uso de drones para atacar instalaciones y la realización de atentados que han costado vidas.

No obstante, la estrategia en México para enfrentar la violencia ha sido, en muchos momentos, ambigua. Frases como “abrazos no balazos” parecen más un consuelo que una solución. Las consecuencias de este enfoque se hacen evidentes en las calles de ciudades como Sinaloa, donde la violencia parece haberse desbordado, hasta el punto de que un casino fue incendiado, un acto de terror que muchos intentan minimizar, pero que subraya la gravedad de la situación.

Al mismo tiempo, mientras todo esto ocurre, nos encontramos con declaraciones de unidad y esperanza en nuestro país. La presidenta de México ha insistido en que la lucha contra la inseguridad se ganará “todos unidos”. Pero, ¿realmente es posible alcanzar la paz y la seguridad en un clima tan polarizado, donde las políticas de seguridad parecen carecer de un rumbo claro?

El 20 de enero de 2025 será un día crucial para la política global. Será el día en que Trump asuma oficialmente la presidencia de los Estados Unidos y, con ello, iniciará un capítulo que podría cambiar radicalmente las relaciones entre nuestros países. Los mexicanos, como nación vecina y aliada, debemos prepararnos para lo que vendrá, esperando que los cambios no sean tan drásticos como muchos temen, pero también siendo conscientes de que un nuevo enfoque, por más controvertido que sea, podría traer consigo una serie de desafíos a nivel político, social y económico.

En cuanto al conflicto en Gaza, la tragedia humana que sigue afectando a la población palestina requiere también nuestra atención. La violencia desmesurada y la destrucción masiva deben detenerse de inmediato. Es una realidad desgarradora que no solo afecta a la región de Medio Oriente, sino que también sacude la conciencia de todos los que observan desde el extranjero.

A días de ver el cambio de mando en los Estados Unidos, México se enfrenta a la incertidumbre de lo que podría ser una relación difícil con el nuevo gobierno estadounidense, uno que parece dispuesto a abordar los problemas desde una postura más confrontativa. El futuro de la migración, la seguridad y la política internacional se presenta incierto, pero es momento de reflexionar y actuar para garantizar que las decisiones que tomemos no nos lleven por un camino más hostil, sino por uno de entendimiento y colaboración.

Buen fin de semana y por favor abríguese bien.