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Ecologistas proponen proteger el Golfo de México de la explotación petrolera

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Víctor Flores García

Ciudad de México.- La mayoría de la población mexicana está de acuerdo en proteger los océanos de la explotación petrolera, en particular el Golfo de México que comparten tres países, incluidos EU y Cuba, dijo en entrevista con la Agencia Sputnik la directora ejecutiva de la organización ecologista Oceana, Renata Terrazas.

“La gran mayoría de los mexicanos están de acuerdo con proteger el Golfo de México de los daños ambientales causados por la exploración y extracción petrolera, que pone en riesgo las metas nacionales de cara a los Acuerdos de París”, dijo la responsable de la organización dedicada a la protección de los océanos, fundada en 2001.

Un 78 por ciento de las personas mexicanas encuestadas están de acuerdo con proteger la región marina de la producción de crudo y gas natural, según un estudio nacional de opinión realizado por EncuestIA, publicado la semana pasada.

En el acuerdo contra el cambio climático firmado en 2015, México se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 22 por ciento y 51 por ciento de carbono negro para 2030, de manera incondicional.

“Durante años, nos han vendido la idea que el Golfo de México es un cuerpo de agua prácticamente perdido en términos ecológicos de bienestar, pero es un ecosistema vital que sustenta millones de vidas y alberga biodiversidad extraordinaria”, dijo Terrazas.

HALLAZGO DEL CACHALOTE

La ecologista egresada de las universidades Nacional Autónoma México y de California, Berkeley, sur de EU, explica que uno de los objetivos de la organización fue producir estudios para establecer el potencial oceánico y el daño que ha sufrido durante décadas esa porción del Atlántico, entre las penínsulas de Yucatán y Florida.

“Una de las cosas que quisimos identificar es saber qué tan cierto es que solo hay petróleo, que lo demás está destruido, que es la única actividad productiva en la zona, y que no hay una biodiversidad para ser preservada”, explica la ambientalista.

Como parte de la campaña, esa porción de mar de 1,6 millones de kilómetros cuadrados que el presidente de EU, Donald Trump, denomina Golfo de América, fue bautizado el “acuario del mundo”.

“La realidad que encontramos es una biodiversidad impactante: 15.000 especies registradas, de las cuales 1.500 son endémicas, que convierten al golfo en uno de los cuerpos de agua más importante en términos planetarios”, apunta Terrazas.

La investigadora lideró un enfoque ambiental para la creación del área marina protegida más grande del golfo trinacional, para salvaguardar los arrecifes de coral denominada Bajos del Norte, que ocupan unos 13.000 kilómetros cuadrados.

“El servicio ecosistémico que ofrece el Golfo de México al planeta es gigantesco, ahí tenemos 30 mamíferos marinos, dentro de los cuales uno es nuestro icono en la campaña, el cachalote”, prosigue la oceanógrafa.

En las últimas administraciones del Gobierno mexicano, se han impulsado políticas energéticas con un énfasis en el incremento de la producción petrolera y gasífera a gran escala, pero los ambientalistas encontraron que también es el hábitat del cetáceo que puede medir 20 metros y pesar 50 toneladas.

“Encontramos un icono en el cachalote, porque tiene dos atractivos perfectos para nuestra campaña: la primera, es que es un mamífero que en nuestro imaginario literario tiene fuerza poder. Es el gran combatiente en la novela Moby Dick (de Herman Melville), que gana una batalla contra los calamares gigantes, porque son su principal alimento”, relata la activista.

La segunda característica del mamífero marino es que su vida transcurre en aguas profundas: “Justo ahí es donde estamos poniendo el ojo, porque es el escenario de políticas energéticas que se promovieron para aumentar la explotación petrolera, en la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018)”.

RIESGO DE DERRAMES

El debate alrededor de la política energética de las últimas décadas está plagado de malentendidos, explica la experta.

“Una de las cosas que no se debe olvidar es que la expansión de la actividad petrolera viene de la reforma energética de Peña Nieto”, prosigue.

La apertura del Golfo de México a la inversión de la iniciativa privada trazó polígonos en las aguas profundas, que van de 200 a 1.500 metros de profundidad, donde la compañía estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) no estaba explotando hidrocarburos fósiles.

“Pemex carece de infraestructura, conocimiento y recursos para explotar aguas profundas, y la reforma las abrió al mejor postor de las empresas extranjeras, pero prácticamente todas ya habían tenido derrames en otras zonas”, reseña.

Pero los derrames suceden en aguas someras de la franja costera y en aguas profundas del lado estadounidense.

“La parte mexicana del Golfo de México se ha explotado sobre todo aguas someras, donde ha estado Pemex. Sin embargo, los derrames en aguas profundas son más recurrentes y muy dañinos, como el vertido petrolero de abril de 2010 de British Petroleum, en un ejercicio de exploración”, recuerda.

En ese accidente, la plataforma sumergible Deepwater Horizon sufrió una explosión, y dos días después se hundió, provocando el derrame de petróleo más importante de la historia.

“Fueron 800 millones de litros derramados al Golfo de México en un periodo de aproximadamente 10 meses”, ilustra.

OPORTUNIDAD PARA LA BIODIVERSIDAD

El Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), cerró la actividad petrolera en aguas profundas y se enfocó de nuevo en las aguas someras (menores a 200 metros de profundidad), donde los ecologistas observan una ventana de oportunidad.

“En la expedición que fuimos el año pasado al Golfo de México Sur, tuvimos la gran sorpresa al darnos cuenta de que ese cuerpo de aguas es inmensamente biodiverso, rico, y tiene arrecifes de coral enormes, bellos, y muchos recursos que están en peligro de extinción”, prosigue la investigadora.

Ese fue el primer mito que caía en las expediciones. No todo estaba perdido.

“El segundo mito es la relación de la administración anterior con el petróleo: lo primero que hizo López Obrador es parar las rondas petroleras desde 2018”, indica la especialista.

Desde entonces no se han abierto las adjudicaciones y contratos firmados en aguas profundas por Peña Nieto con empresas extranjeras y privadas, los gigantes petroleros mundiales.

“Entonces vimos algo interesante ahí: una oportunidad cuando llega el Gobierno de Claudia Sheinbaum (octubre 2024), que mantiene la política de no abrir más las rondas de subastas petroleras”, para asignar las concesiones de miles de kilómetros a la explotación petrolera.

No sólo eso, sino que los dos últimos gobiernos redujeron la meta de producción de petróleo de Pemex a un máximo de 1,8 millones de barriles diarios, mientras el nivel actual es de 1,6 millones extraídos al día.

ZONAS DE SALVAGUARDA

Ante estos hallazgos, la estrategia ambientalista encontró algunas figuras de protección que datan de la reforma de apertura energética de 2013, que no fueron revertidos por una contrarreforma de 2022, que regresó al modelo de explotación estatal.

“Lo que estamos proponiendo es la creación de una “zona de salvaguarda”, dentro de la Ley Hidrocarburos, figuras que se crean con la misma reforma energética de Peña Nieto”, explica Terrazas.

La reforma energética abolida creó cinco “zonas de salvaguardas”, que protegen manglares, arrecifes de coral, y zonas prioritarias, que siguen existiendo.

“Desafortunadamente, la mayoría de esas zonas de salvaguarda son unos polígonos muy pequeños, y el gran problema es que están cerca de las costas”, lamenta la ecologista.

Como consecuencia, en esas zonas protegidas no se puede explotar hidrocarburos, pero es allí donde llegan casi todos los derrames de crudo de la actividad petrolera marina.

“Lo que Oceana plantea es blindar esta decisión que tomó López Obrador, de no adjudicar zonas del Golfo de México, de no entregar contratos (concesiones), que está repitiendo la presidenta Sheinbaum”, plantea la entrevistada.

Se trata de un mecanismo legal que ya existe en la Ley de Hidrocarburos, que crea “zonas de salvaguarda”, que solo prohíbe la actividad industrial petrolera.

“El problema es que no tiene nada que ver con proteger la pesca ni promover el turismo ni nada, solo está dirigido a hacer una zona libre de explotación petrolera, y en Oceana queremos que la zona de aguas profundas ya no se abra más bajo esta figura legal”, expone.

El objetivo esencial es impedir que vuelvan a ocurrir en esa zona marítima del Atlántico derrames petroleros.

Los principales motivos son dos: el primero es que “dentro de esta zona -alrededor del 46 por ciento del Golfo de México-, existen ecosistemas biodiversos y una gran variedad de vida marina que merece la pena ser protegida”.

El segundo, es evitar la exploración y explotación petrolera en esas zonas, que reduce la posibilidad para futuras emisiones.

“Esa estrategia contribuye justamente a cumplir las metas mexicanas dentro del Acuerdo de París de cambio climático, para la reducción de emisiones a que se ha comprometido la presidenta Sheinbaum”, sostiene.

FLUJO DE LOS DERRAMES

Los estudios y modelos que han hecho los científicos muestran un hallazgo: “es impactante cómo el petróleo, cuando hay derrame en aguas profundas, llega hasta las costas”.

En las costas hay más vida marina, donde están las comunidades que realizan la mayor actividad pesquera.

Cuando hay derrames, los modelos de derrames se concentran frente a los estados de Tamaulipas y Campeche, que tiene la mayor cantidad de yacimientos y puertos petroleros.

“Curiosamente, una de las investigaciones que hemos realizado en Oceana es que en la costa de Campeche es donde está la mayor concentración y espacio de reproducción del kril (pequeños crustáceos marinos similares al camarón), que es la base de la vida de las ballenas”, advierte.

La propuesta se basa en cambiar el modelo de desarrollo petrolero de la zona marítima, donde viven 15 millones de personas en México y 40 millones en EU.

“En cambio, hay 90.000 familias que dependen de la pesca en todo el Golfo de México, que año con año ven reducida sus capturas por diferentes factores industriales, sobre todo los derrames petroleros”, compara.

No sólo son derrames gigantes como el de 2010, sino que se acaba de ocurrir uno este año, que llegó a las costas, aunque Pemex niega la dimensión de los eventos.

“Estuve hace unas semanas en Campeche, recorriendo la costa y veíamos chapopote (betún del crudo). No se había identificado ningún derrame, quiere decir que son constantes las fugas, no todo el derrame es gigantesco, pero son constantes”, puntualiza.

La encuesta muestra que 97 por ciento de las personas expresaron su preocupación por el daño ambiental de la actividad petrolera, y 85 por ciento considera probable que ocurra un derrame en aguas mexicanas. (Sputnik)

Fuente:https://noticiaslatam.lat/

Foto: Tomada de https://x.com/OceanaMexico

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