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Gerardo Ledezma

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Martha Herrera: entre la oficina y la campaña

Era cuestión de tiempo. Tras meses de promoción intensa, Martha Herrera finalmente fue ungida como Coordinadora de la Comisión Operativa Municipal de Movimiento Ciudadano en Monterrey. El anuncio no sorprendió a nadie, pero sí abrió un debate incómodo: ¿se puede gobernar desde una secretaría estatal mientras se opera políticamente una ciudad tan compleja como Monterrey?

En su primer discurso como dirigente municipal, Herrera dejó claro su compromiso: recuperar Monterrey y convertirlo en una ciudad en paz, segura, limpia y ordenada. “Merecemos los mejores servicios públicos de México”, proclamó. La promesa suena bien, pero la pregunta es inevitable: ¿desde qué escritorio piensa lograrlo? ¿Desde la Secretaría de Igualdad e Inclusión o desde las oficinas de Movimiento Ciudadano?

El Gobernador Samuel García no ocultó su respaldo. Con entusiasmo aseguró que Herrera está destinada a gobernar Monterrey, al igual que lo hizo su padre. Claro de un ex priísta. La elogió por su presencia en las colonias difíciles, en esos barrios donde, según él, deberían estar los políticos que realmente quieren servir. Pero más allá del discurso emotivo, la realidad administrativa golpea: dirigir una secretaría estatal enfocada en la igualdad y la inclusión no es un trabajo de medio tiempo.

El Partido Acción Nacional fue el primero en alzar la voz. Policarpo Flores, líder del PAN en Nuevo León, que le encanta la grilla y más arremeter contra a aquellos que adelantan tiempos, calificó como inmoral e irresponsable que Herrera mantenga su cargo estatal mientras asume una posición claramente política dentro de MC.

Según él, una responsabilidad tan delicada como reducir la pobreza no debería compartirse con tareas electorales. “No es posible que alguien que debe aplicar políticas públicas para los más vulnerables esté al mismo tiempo organizando la operación política de una campaña en Monterrey”, sentenció.

El conflicto de interés es evidente y las críticas no son gratuitas. Gobernar desde dos trincheras no solo es cuestionable, sino que también envía un mensaje confuso a la ciudadanía. ¿Dónde están realmente sus prioridades? ¿En mejorar las condiciones de quienes más lo necesitan o en ganar terreno político de cara a las próximas elecciones? que por cierto, ya están muy cercanas.

Martha Herrera promete recuperar el alma de Monterrey, pero primero deberá explicar cómo piensa dividirse entre la política y la gestión pública sin sacrificar la seriedad de ninguna de las dos. La ciudad y el estado merecen algo más que frases bonitas: merecen tiempo completo.