
Cuando la sinrazón se convierte en política: Sheinbum , IA exprés y la cárcel de los caimanes
Hay decisiones que rebasan la lógica. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, no solo confirmó el nombramiento de Hugo López-Gatell como representante ante la Organización Mundial de la Salud, también defendió con entusiasmo al personaje más cuestionado por la gestión de la pandemia en el país. “Vayan a ver el escándalo que armaron con Hugo, de veras, es que es increíble, doctorado en John Hopkins en Salud Pública”, expresó sin titubeos, sin importar que sobre él pesa el recuerdo de más de 800 mil muertes.
En otro episodio de surrealismo legislativo, la diputada plurinominal de Morena, Olga Leticia Chávez Rojas, no tuvo empacho en reconocer que utiliza inteligencia artificial para procesar las iniciativas que debería estudiar. “Te lo reduce hasta en 15 minutos”, aseguró la legisladora, molesta ante las críticas por aprobar reformas exprés en menos de 24 horas. “Ya basta de que nos estén diciendo que no leímos las iniciativas. Actualícense, ignorantes”, remató sin filtro. Y así, la velocidad parece haber desplazado a la responsabilidad en los escaños donde deberían discutirse leyes con seriedad.
Pero no solo en México se toman decisiones desconcertantes. En Estados Unidos, Donald Trump continúa alimentando su agenda antiinmigrante con tintes grotescos. En Florida, inauguró el centro de detención ‘Aligator Alcatraz’, rodeado de caimanes y pitones en medio de los Everglades. La cárcel, construida en apenas una semana, fue presentada por el propio Trump como una forma eficiente y económica de acelerar las deportaciones. No faltaron los sombreros de caimán con las siglas del ICE ni las camisetas promocionales para convertir una medida de odio en mercancía política.
Mientras en México se aplauden gestiones manchadas por tragedias y se legisla con resúmenes digitales, en Florida se festeja la crueldad como espectáculo. La sinrazón ya no es un error; parece ser la estrategia.