
El plan maestro
Apagaremos desde la noche el teléfono. Dedico la jornada a meditar sobre los ancestros. La escalera de quienes llegaron a enriquecer la estación llamada vida.
En lo transversal intercambiaron puntos de vista. Si fuera el juego de serpientes y escaleras. Descubrimos por 53 vueltas al sol la fragilidad. Luchamos en los empleos por mostrar valores profesionales, éticos y morales.
Ay, Monterrey. Pobre México. El mundo entero de cabeza. Cada opinión de los poderosos remueve hacia la podredumbre.
Tenemos una cita pendiente en el quirófano. Memorizamos los movimientos de los enfermeros, los médicos con sus grupos de residentes. Bailamos la danza de la muerte por algunos minutos.
Tachar el día 13 de agosto. Es totalmente libre. Al cruzar la aduana de cuba, en la ciudad de La Habana, en nuestros 25 años, enterados de cumplir años la misma fecha del comandante supremo Fidel.
Sintonizo el animo para no posponer la mejora interna. Sal y agua de las promesas. Disuelto el idilio de la fuga juvenil. Entrar a la madurez.
Con alimento suficiente en la mesa. Los regalos austeros. Ropa interior, calcetines, de marca genérica en el supermercado.
Soñar no cuesta nada. Por lo pronto la mente descansara de la sobre oferta de vanagloria, porquería e historias devaluadas.
Una sola chispa puede hacer arder el fuego. Dice el canto evangélico. Nosotros no comenzamos el incendio. Quede asentado en las actas. El veneno no mata. Lo hace la cantidad.
Les invitamos a la celebración 54. Dedique a su familia y a usted mismo, un par de horas. Llene sus pulmones de oxigeno mental. Ese es el plan maestro.