
El arranque de una carrera anunciada
En la política, algunos discursos suenan a informe y otros a preludio. Lo que ayer ocurrió en Pueblo Serena tuvo mucho de ambos. Con un salón abarrotado y la asistencia de figuras de peso en el PRI y otros partidos, Lorena de la Garza, actual presidenta del Congreso local, dejó claro que su paso por la legislatura es solo el capítulo inicial de una ruta que quiere seguir caminando con la gente de Monterrey.
Durante su intervención, la legisladora defendió los avances de su primer año, desde la entrega de más de siete mil becas para jóvenes y adultos que buscan concluir sus estudios, hasta brigadas médicas y dotación de medicamentos a cientos de familias. Recordó reformas como la ley de “choquecitos” para agilizar la movilidad y la Ley de Pronto Pago para impulsar a micro, pequeñas y medianas empresas.
También puso especial énfasis en su propuesta de instalar videovigilancia en escuelas públicas para proteger a estudiantes y maestros, dejando claro que, para ella, cuidar Monterrey significa cuidar a sus familias y reforzar las oportunidades que esta ciudad ofrece.
Entre los aplausos, la advertencia fue directa: no permitirá que Nuevo León termine en manos de Morena. Y mientras en el ambiente se mezclaban discursos, alianzas y guiños políticos, más de uno salió convencido de que este no fue solo un informe… sino el inicio formal de una campaña en potencia. Por lo que no a muchAs pudo agradar porque la “Lore” es difícil de roer en el buen sentido de la palabra y las cosas las ha hecho bastante bien. Así es qué, no la descartemos como candidata a la Alcaldía de Monterrey.
Del combate al crimen… o del crimen que combate
En México, el cambio de administración suele venir acompañado de nuevos discursos, nuevos rostros y, claro, nuevos datos para presumir. Esta vez, las cifras no son menores: de enero de 2019 a diciembre de 2024, se han desmantelado 282 laboratorios clandestinos, la mayoría bajo la gestión actual. Un logro que, en la narrativa oficial, suena a avance histórico.
Pero, si uno se detiene, hay algo curioso. Durante el sexenio pasado, la sombra del crimen organizado parecía omnipresente. Ahora, en tiempos de la actual administración, el relato ha cambiado: no es que el problema haya desaparecido, es que las cifras lucen más ordenadas y con foto para el boletín.
Sinaloa encabeza la lista con 152 laboratorios cerrados; le sigue Durango con 51, y más abajo Jalisco, Michoacán y Aguascalientes, que aportan sus cuotas. Solo en la primera mitad de este año, se han incautado 96 narcolaboratorios, más que en cualquiera de los años anteriores. El mérito —según la Fiscalía General de la República— es de una operación conjunta entre Sedena, Marina, Hacienda y Seguridad Pública.
Los decomisos recientes parecen sacados de un guion cinematográfico: toneladas de metanfetaminas, litros de precursores químicos, armas y maquinaria especializada. En Chiapas, dos toneladas de droga y cuatro camiones; en Sinaloa, casi cinco toneladas y más de 47 mil litros de sustancias químicas.
Y mientras aquí se presume mano dura, allá, en el norte, la presión viene en otro tono. El gobierno de Estados Unidos —con su estilo de “hacerlo o lo hago yo”— ya lanzó advertencias. En la política, como en la química, todo es cuestión de reacciones: si no se mezcla bien, puede explotar en las manos.
Porque, a final de cuentas, lo que cambia no siempre es la realidad… sino la forma de contarlo.