
Noroña y la casa de los “milagros legales”
Ah, qué sorpresa… otra propiedad millonaria vinculada a la política mexicana. Esta vez el protagonista es Gerardo Fernández Noroña, quien, con la naturalidad de quien habla del clima, confirmó ser dueño de una casa valuada en 12 millones de pesos. Y claro, todo pagado “con su trabajo y sus contenidos de YouTube”. Qué alivio. Nadie le regaló nada, ni un grupito criminal, según él mismo.
El legislador, con el aplomo que ya es marca registrada, se sorprendió de que los medios apenas destacaran sus bienes. Lo interesante no es la sorpresa, sino la falta de pudor al enumerar propiedades mientras se desliga con frases que suenan más a guion de telenovela que a realidad política: “Los narcos que fueron enviados a Estados Unidos pueden declarar lo que la DEA o la CIA quieran. Pero cualquier acusación que se haga debe probarse en México”. Traducción: pueden hablar, pero aquí mando yo y mis declaraciones patrimoniales intocables.
Es curioso cómo en la política mexicana, cada vez que alguien es vinculado con mansiones o ingresos inesperados, se convierte automáticamente en experto en cinismo. Unos se ríen, otros desafían a la oposición a probar algo, y la ciudadanía solo observa, porque la gran pregunta —el origen real del dinero— queda flotando en el aire, como los globos de una fiesta a la que no estamos invitados.
Noroña, al igual que tantos otros, ejemplifica ese extraño talento nacional: defender con indignación su fortuna mientras el resto de nosotros intentamos descifrar cómo es posible que pagar un crédito de 12 millones sea cuestión de unos cuantos clics en YouTube. Y así, la política sigue su curso, entre declaraciones públicas, risas contenidas y la sensación de que todo esto es, sencillamente, el entretenimiento diario de un país acostumbrado al cinismo.