martes, 2 septiembre 2025
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Gerardo Ledezma

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Dos lecciones de la semana: recuperación y realismo político

El primer respiro llega desde Monterrey, donde un joven estudiante de la Preparatoria 2 de la UANL logró superar un susto que mantuvo en vilo a su familia y a la comunidad educativa. Tras sufrir un accidente con un pupitre que le provocó un trauma craneoencefálico, el alumno fue dado de alta y continuará su rehabilitación en casa. La madre compartió su alivio y gratitud por la atención recibida y el apoyo de amigos, familiares y comunidades de iglesias: “Gracias a todos los que han orado por mi niño… Gracias a Dios hoy nos vamos a casa con indicaciones y todavía proceso de seguimiento. Seguiremos en casita y aquí comparto parte de la felicidad de mi niño al ver a sus padrinos, a sus hermanos, a su abuela y a sus Tigres”. Lo cierto es que la Universidad actuó de inmediato y garantizó toda la atención médica necesaria, lo que permite que hoy el joven inicie su recuperación con la tranquilidad de saber que no estuvo solo en este proceso. Este episodio, aunque desafortunado, nos recuerda la importancia de la rápida reacción institucional y de la solidaridad comunitaria frente a las emergencias.

Por otro lado, la política nacional nos regaló un contraste más irónico que tranquilizador. Gerardo Fernández Noroña, acostumbrado a los desplantes escénicos, vivió un encontronazo con la realidad parlamentaria durante la apertura de sesiones en San Lázaro. En esta ocasión, su reclamo por el privilegio dado al líder del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, expuso la fragilidad de los teatrillos que tanto le gustan: “Desde un principio se permitió que se ofendiera y se emitieran en cualquier cantidad de alusiones personales… Las supuestas críticas a nuestro gobierno se pueden responder”, expresó el senador. Sin embargo, su indignación fue recibida con serenidad institucional por Sergio Gutiérrez Luna, quien recordó que la conducción del Congreso requiere equilibrio y diálogo, no dramatismos. Entre sirenas, pancartas y abucheos, quedó claro que las patrañas tienen límites cuando la lógica y el reglamento cobran su peso. Noroña aprendió, de manera forzada, que el escenario político no siempre se ajusta al espectáculo personal y que, por fortuna, la vida real sigue su curso más allá del teatro de la tribuna.

Así, mientras en Monterrey se celebra la recuperación de un estudiante y la acción responsable de la Universidad UANL, en la Cámara de Diputados se evidencia que la política, aunque ruidosa y teatral, también enfrenta sus propias restricciones.