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Las redes de pesca (y las sociales) condenan a los pingüinos migrantes en Sudamérica

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Ramiro Barreiro

Montevideo (Mesa Américas).- La sobrepesca a lo largo y ancho del océano Atlántico, y la obsesión humana por retratarlo todo para subir a redes sociales, está condenando a muerte a los pingüinos de Magallanes, o en el mejor de los casos, los deja con heridas que interrumpen su natural ciclo de vida y afectan su salud.

Este año, las costas sur y sudeste de Brasil fueron testigo de la aparición de más de 900 ejemplares de estos pingüinos migrantes fallecidos, agotados o enfermos, y otros 400 en el mar uruguayo, en un fenómeno que causó la sorpresa de muchos habitantes costeros.

“En esta temporada, entre los días 15 de junio y 2 de septiembre, contabilizamos 319 encalles de pingüinos en las playas atendidas, todos juveniles, siendo 244 muertos y 75 vivos”, precisa a la Agencia Sputnik la médica veterinaria Daphne Goldberg, responsable técnica del Instituto Albatroz.

Dicha institución lleva adelante un proyecto de monitoreo diario de las playas de las cuencas de Campos y Espírito Santo (PMP-BC/ES) de Petrobras en Cabo Frío, Búzios y parte de Arraial do Cabo, sumando 25 playas distribuidas en apenas 54 kilómetros de los 2.000 que tiene el litoral sur y sureste de Brasil.

Las aves rescatadas por el Instituto Albatroz son llevadas al Centro de Rehabilitación y Despetrolización (CRD) de la institución, donde son mantenidos con calefacción controlada, algo crucial para la recuperación de la temperatura corporal, además de recibir fluidoterapia y medicamentos esenciales para la estabilización.

Los pingüinos de Magallanes dejan sus colonias en la Patagonia Argentina durante el invierno austral para nadar hacia la costa brasileña en busca de temperaturas más cálidas, pero también por la baja disponibilidad de alimentos en la región, producto de las heladas.

Al ser su primera migración, todavía estos animales tienen mucha inexperiencia, por lo que un número importante de ejemplares se pierden, no encuentran el alimento adecuado y se alimentan de otras presas que no son tan ricas y que no aportan un incremento calórico tan alto.

Quedan a la deriva y llegan a las playas muy delgados, debilitados y necesitando ayuda.

“Pero el problema no es sólo este, estas son las causas naturales”, aclara Goldberg. “Actualmente también tenemos causas antrópicas que pueden provocar el encalle de estos animales, como por ejemplo la sobrepesca”.

El agotamiento de los stocks pesqueros acaba haciendo que estos animales se alimenten de otras presas e incluso de residuos sólidos en la intención de poner algo en el estómago, y esto los deja más debilitados, porque no traen el incremento calórico que necesitan, añade la especialista.

Otro problema es la interacción con las redes de pesca, que hace que muchos de estos animales lleguen a las playas con lesiones lineares, hematomas y apteria (pérdida de plumas).

Entonces, muchos de ellos mueren ahogados, o llegan con edema pulmonar en un cuadro muy grave.

“Existen otras causas también, que es la colisión con embarcaciones. Muchas veces el animal ya está muy cansado, intenta salir del agua con los bañistas en la playa, queriendo llegar cerca, sacar fotos. El animal acaba asustándose y regresando al agua cuando en realidad ya está súper debilitado y no tiene como permanecer por más tiempo en el mar”, añade Goldberg.

URUGUAY

La migración de pingüinos de Magallanes, que supera holgadamente el millón de ejemplares, también atraviesa las costas uruguayas, que este invierno ha registrado mortandad de estas y otros especies marinas desde Colonia (suroeste) hasta el Chui, frontera con Brasil, en el extremo este.

La organización Socobioma rescató unos 45 ejemplares durante el invierno, y esta semana liberó en Punta del Este a nueve Spheniscus magellanicus (nombre científico de los pingüinos de Magallanes) afectados por los problemas descritos y, también, por un derrame de hidrocarburos, cuyo origen aún se investiga, en un área costera de 48 kilómetros.

“Aparecieron unos cuantos animales empetrolados”, afirma a esta agencia el director y fundador de la ONG ”SOS Rescate Fauna Marina”, Richard Tesore, y amplía: “pingüinos pero también cetáceos, ballenas y muchísimas tortugas”.

No obstante, advierte que no ha sido el año con mayor cantidad de animales afectados: los 400 de este año no son comparables con los 15.000 de 2023.

Aquel años, unos 5.000 pingüinos fueron encontrados en las playas de La Paloma en apenas cuatro días, con claras señas de la influencia ejercida por la pesca.

“Animales muy débiles, muy flaquitos, con cero contenido intestinal o estomacal, o sea, que hacía semanas que no comían” por no encontrar alimento, recuerda Tesore sobre las necropsias hechas a aquellos ejemplares.

Entre los que sobreviven se repiten igual las mismas señales: heridas con plásticos, redes, líneas de pesca, redes abandonadas o un agente cada vez más presente, los restos de basura.

Tesore coincide con el enemigo digital: los drones y cámaras que buscan la mejor toma posible para lograr “el famoso like”, elogio absurdo del impacto antrópico que provoca -al mismo tiempo que registra- la degradación de nuestros ecosistemas. (Sputnik)

Fuente: https://noticiaslatam.lat/

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