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Gerardo Ledezma

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Un informe entre reflectores y un país que siempre llega tarde

El Cuarto Informe de Gobierno de Samuel García no fue un acto solemne ni un espacio para la autocrítica; fue un espectáculo cuidadosamente montado en un recinto de entretenimiento, donde el propio gobernador presumió —entre aplausos, pantallas y discursos celebratorios— que Nuevo León avanza “en tiempo y forma”. Movilidad histórica, agua asegurada, seguridad fortalecida, crecimiento económico sin freno y una nueva infraestructura social que presume como modelo nacional. Ese fue el guion, y el Showcenter funcionó como escenario perfecto para contar la versión más lustrosa de su administración.

El mandatario sacó músculo político al recordar que, en cuatro años, la Nueva Fuerza Civil se consolidó con una inversión de 30 mil millones de pesos y hoy, según él, es la mejor policía del país. En su discurso, la movilidad se erige como la carta fuerte rumbo al Mundial 2026: monorriel más largo del continente, dos líneas de Metro construidas en un solo sexenio, miles de nuevos camiones y unidades Transmetro “100% hechos en Nuevo León”. El futuro, promete, viajará sobre rieles, corredores verdes y un aeropuerto renovado.

También reivindicó los tiempos de crisis hídrica: “hoy las presas están llenas”, afirmó, recordando que el acueducto El Cuchillo II ya es realidad y que la meta es que jamás vuelva a faltar agua. Enumeró avances ambientales que van desde sanciones por incendios y contaminación, hasta la siembra de más de 800 mil árboles, la creación del Centro Estatal de Atención Animal y un esfuerzo intermunicipal por estabilizar los medidores y frenar la degradación ambiental.

En el terreno económico, Samuel García se apropió del lugar común que repite desde que tomó protesta: Nuevo León es el motor del país. Y lo acompañó de cifras, asegurando que la entidad ya suma 115 mil millones de dólares en inversión extranjera directa y un crecimiento de 4.8% gracias al empuje empresarial. En su narrativa, el estado está llamado a liderar todo: la industria, el empleo, la innovación y el nearshoring.

En lo social, insistió en que su administración puso a la infancia al centro: cobertura universal contra el cáncer infantil, lactarios, estancias, escuelas de tiempo completo, la construcción del Hospital Infantil más grande de México y la renovación total del DIF Capullos, al que ahora llama “Distrito Infantil”. A esto sumó programas comunitarios, apoyos a jefas de familia y ampliación de servicios públicos para avanzar hacia su meta de “cero pobreza extrema”.

El informe, en suma, fue una fotografía luminosa en la que el gobernador subraya que todo está en marcha, todo avanza y todo está listo para recibir al mundo en 2026. Claro , aquí podríamos sumar a los funcionarios de primer nivel como el secretario General de Gobierno, Miguel Flores al igual que otros secretarios apareciendo en las pantallas gigantes, dando parte de sus respectivos compromisos contraídos o de la tarea que han de realizar a Samuel García y al público invitado de que todo marcha en tiempo y en forma.

Pero mientras Nuevo León celebra sus avances, el país enfrenta otro tipo de realidad: una donde la respuesta oficial llega siempre después de la tragedia.

A casi una semana del asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, el Gobierno de México anunció —ahora sí— un megadespliegue de más de 10 mil elementos militares para “sellar” Michoacán por tierra, mar y aire. La operación Paricutín, presentada como un golpe decisivo contra los grupos criminales, incluye drones, equipos de inteligencia, helicópteros, buques y un cerco total para impedir la entrada y salida de organizaciones delictivas.

La Marina sumará casi dos mil elementos adicionales, con presencia reforzada en municipios costeros, zonas mineras y puntos estratégicos. El gabinete federal incluso sesionará en territorio michoacano para evaluar los avances del “Plan Michoacán de Paz y Justicia”. La narrativa oficial promete protección para productores agrícolas, desmantelamiento de laboratorios, neutralización de campamentos criminales y vigilancia permanente.

Y aunque el anuncio suena contundente, también llega con un sabor amargo: la advertencia de que hubo una tragedia anunciada que no se quiso ver. Solo después de que un alcalde fue asesinado en un acto que paralizó al estado, el gobierno federal decidió actuar con la fuerza y la urgencia que el conflicto había exigido desde hace años. Como si México necesitara golpearse de frente con la realidad para reaccionar.