El viejo se sacó la del tigre… y el Senado corrió para abrirle la puerta
Si la política mexicana actuara con la misma velocidad para frenar el crimen organizado o para sacar leyes que realmente sirvan, quizá otro gallo nos cantaría. Pero esa eficacia solo aparece cuando conviene. Y ayer, curiosamente, les urgió.
La renuncia intempestiva de Alejandro Gertz Manero a la Fiscalía General no fue un trámite, fue un escape perfectamente planchado. El viejo se sacó la del tigre o, por lo menos, así quieren disfrazarlo. Como quien dice “yo ya me voy” y deja la maleta en la puerta sin explicar qué lo espantó, qué le encontraron o qué se supo que nadie quiere articular. Solo faltó que saliera silbando.
Y para rematar, su destino: embajador. Nada menos. Algún “país amigo”, dicen. No quiero ni imaginar cuál, porque ya sabemos que para ciertos gobiernos somos generosos hasta para regalar petróleo, mientras Pemex se hunde sin salvavidas.
Lo cierto es que el Senado aprobó la renuncia con la misma velocidad con la que López Obrador soltó a Ovidio en Sinaloa: rapidito, sin respirar y sin mirar atrás. Setenta y cuatro votos a favor, veintidós en contra y una prisa que solo aparece cuando la línea viene marcada desde arriba. La carta de Gertz llegó, se leyó, se votó y asunto resuelto, todo en un santiamén.
En el documento enviado a la presidenta de la Mesa Directiva, Gertz juró que se va porque la presidenta Claudia Sheinbaum lo invitó a ser embajador. Así de simple, así de conveniente. A partir de hoy —dice él— deja la Fiscalía por la vía elegante, aunque todos sepamos que la elegancia en la política suele ser la antesala de un incendio apagado a cubetazos.
Para que no hubiera tropiezos, una comitiva del Senado se trasladó a la Fiscalía a recoger la renuncia como si fuera paquete urgente. Una maniobra quirúrgica que la oposición calificó, con toda razón, de irregular. Pero aquí nada se detiene cuando el guion ya está escrito.
Los legisladores del PAN, PRI y MC hablaron de presiones, de opacidad y de un show montado a la carrera. La senadora Claudia Anaya Mota denunció que nadie de la Mesa Directiva fue informado oficialmente y que la orden del día apareció como por arte de magia, sin discusión previa. Dijo, con tino, que la sesión era “una pelota de playa para distraer”. Y en la arena política, esas pelotas vuelan justo cuando más conviene que nadie mire hacia el fondo de la escena.
La salida del fiscal deja más preguntas que certezas, pero el aparato político ya decidió que no es momento de explicaciones. Total, para qué rendir cuentas si un nombramiento diplomático puede borrar el ruido… al menos por un rato. Aquí lo urgente siempre se resuelve. Lo importante, jamás. Por cierto, se habla ya de que Rosa Icela la actual secretaria de Gobernación será la encargada de asumir dicho puesto. Me imagino que de inmediato…O no.




