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Gerardo Ledezma

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Entre fentanilo, amenazas y agua prestada: las facturas que México sigue pagando

Semanas atrás se los anuncie… y habrá quienes todavía se sorprendan del estilo con el que Donald Trump vuelve a poner a México contra la pared, pero la historia reciente ya nos había mostrado que al magnate le basta una ocurrencia para convertirla en política exterior.

Ahora pretende que el fentanilo sea catalogado como arma de destrucción masiva. El Brookings Institution advierte que no es una exageración retórica: una designación así permitiría a Washington tratar a los cárteles como organizaciones terroristas con armas prohibidas y, peor aún, abrir la puerta para ampliar la lista de “objetivos” militares fuera de territorio estadounidense.

“Tal expansión podría incluir países como Guatemala, que sirve como punto de tránsito para el contrabando de precursores de fentanilo”, advierte el análisis. También subraya que acusar a India y China de ayudar en la proliferación de estas sustancias tensaría aún más las ya frágiles relaciones con ambas naciones. “Tal enfoque intensificaría masivamente las tensiones con China y socavaría aún más las difíciles relaciones de la administración Trump con la India”, puntualiza el documento de estudio que de plano, no poder dejar pasar de lado siquiera.

Mientras tanto, en nuestra frontera el libreto es distinto, pero el golpe se siente igual. La presión para cumplir el Tratado de Aguas de 1944 se volvió una olla exprés en los últimos meses. Gobernadores del norte ya habían advertido que con presas como La Amistad y Falcón en mínimos históricos, entregar agua era apostar contra el consumo humano y contra el propio campo. Pero la madrugada de este lunes, la realidad se impuso: la Conagua abrió compuertas en El Cuchillo y dejó ir más de 100 millones de metros cúbicos rumbo al Bravo. Y como siempre jodiendo a Nuevo León , luego de la crisis de agua que hemos vivido en un tiempo no muy pasado.

La presidenta Claudia Sheinbaum defendió la operación asegurando que “no hacemos nada ilegal” y que el acuerdo con los gobernadores de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas garantiza un esquema de mínima afectación para los productores. Insiste en que el mecanismo permitió cumplir con el adeudo sin comprometer el abasto nacional y que se recurrió a trasvases de otras cuencas para evitar presiones diplomáticas y sanciones comerciales.

En los hechos, el agua ya va camino a Texas. Los municipios de la región emitieron avisos preventivos ante el incremento de caudales. Y el desfogue de El Cuchillo se suma al de La Amistad, donde también se liberaron volúmenes para cubrir compromisos pendientes. Todo bajo la supervisión de la CILA, que ya confirmó la recepción del líquido del lado estadounidense.

El gobierno federal sostiene que el esquema garantiza consumo humano y riego, pero la discusión no termina ahí. Lo que presenciamos es la consecuencia de años de gestionar crisis con soluciones temporales, tanto en seguridad como en agua. Hoy, Trump agita la bandera del fentanilo para justificar operaciones militares más allá de su frontera, mientras México abre presas para evitar pleitos diplomáticos con ese mismo socio que no duda en presionar cuando le conviene.

En medio de ambos frentes, queda claro que el país está atado a dos tableros distintos pero igual de urgentes: uno en el que Estados Unidos define qué es y qué no es un arma de destrucción masiva, y otro en el que la realidad del norte obliga a desprenderse de agua que tampoco sobra. Dos recordatorios de que, mientras no resolvamos nuestras propias debilidades, otros seguirán decidiendo por nosotros. En pocas palabras : fritos a nuestras malas decisiones del pasado y de las actuales por parte de nuestros gobiernos.