
El espíritu de las estaciones
Caído el sol. En la esquina de la calle Ocampo. La parte añeja del comercio de Monterrey. Solo ellos dos esperan el auto de aplicación.
Sube le digo. Sostiene la cerveza en lata. Su mujer lleva el catálogo de ventas. Hazlo rápido. Ponla por debajo del asiento. La noche anterior extendida. México es el único país en el mundo en descubrir el remedio del malestar de la ingesta etílica.
Algunos lo hacen alimentándose de platillos picantes, ardientes a la boca del estómago. En el laboratorio familiar le enseñaron consumir de un solo trago otra cerveza.
Toda la avenida ennegrecida Cuauhtémoc al norte. Rumbo a las instalaciones de Cervecería. Dos barrios pesados. La colonia Industrial. Poblada de migrantes de todo el continente.
El pozo resulta hormiguero cruzado de familias. Antiguos tejabanes superados a casa de material. Las propiedades guardan secretos inconfesables de muerte. Todos los días pasea. Generaciones completas veladas en aquellos cuartuchos. Las caguamas pasan de mano a mano. Organizadas las tandas en el recuerdo de los caídos.
Polígono donde ni siquiera el ejercito puede entrar. Afuera ofrecen la carga de elotes traídos desde las zonas rurales. Surten la materia prima a los vendedores callejeros.
La otra fuerza laboral ofrece toda clase de estupefacientes. Alineados por la sangre de sus antecesores. Si rompes el código eres el siguiente.
Escondida la cerveza le da tragos al cambiar a rojo el semáforo. Tengan cuidado. Le tenemos más miedo a la regia, la fuerza civil, la gendarmería nacional, los soldados, los marinos y hasta los descuenteros de la independencia.
Sonríe.
Los malandros, los de la maña, tienen mejor conducta. Incluso en la época decembrina. Alistan los operativos. Cumplen la encomienda del patrón. Retirándose de la misma manera como llegaron.
Jamás consignados o paseados en las unidades oficiales. Ni la estación sur, norte o en La Alamey, donde reubicaron la estructura de concreto del comegalletas de Plaza Sesamo. Ya están arreglados.
Paga la cuenta por la carrera. Muchas gracias por el consejo. Ser ley, banda. Tira la lata vacía al descender.
Por cierto, dice, soy de los segundos. Cuando se te ofrezca un paro sabes donde vivo. Jamás olvido el favor.




