Parábola de la inseguridad
Subió el maestro la segunda planta. Donde antes había sido un monte. Ahora convertido en expendio de vinos, licores, preservativos y comida chatarra.
Amados hermanos. Les extrañe el día de ayer. Ninguno de ustedes fue a visitar los siete templos espirituales.
Pleno playazo de la semana mayor. Más de doscientas mil personas voltearon a ver al hombre con vos de trueno. Han olvidado cada uno de los mandamientos. Incluso el amar al próximo como a sí mismo.
Alzó sus manos extendiendo el perdón sobre los actos mortales y veniales. Dejaron sus hogares y las parentelas. Existen solo un camino para venir al paraíso.
A lo lejos, por ahí de las tres de la tarde, se nubló el horizonte. Está entrando el norte. Eso es muy raro. Las chicas del clima por la mañana señalaron una tarde soleada.
Los patrocinadores de la parrillada más grande del mundo se sorprendieron. Todos los trozos de carbón hicieron llamaradas incontrolables. La carne pasó de jugosa a tatemada.
Cientos de varillas con camarones desprendieron olores nauseabundos. Las gaviotas se perdieron en el horizonte. Cada bañista salió del mar asustado con tal acontecimiento tan estremecedor.
Convirtieron los océanos en casa de perdición. El castigo de Sodoma y Gomorra será menos doloroso. Sus bebidas se convertirán en agua con azúcar.
Los cabellos del hablante irradiaron luz enceguecedora. Ya no era un rostro afable sino de un juez apocalíptico, por ende, de lo penal.
Nuestro reino no es de este mundo. Ni siquiera del venidero.
Alcoholizada la mayoría lanzaron sus botellas contra el expendio. Ya habían bajado la cortina de acero.
El buen maestro se alzó en un torbellino rumbo al infinito. Eran las tres de la tarde hora del centro de México.
Desplomadas las ganancias de los vendedores, cada uno regresó a su hotel, hostal o casa familiar.
Esto es obra del cartel del, calla dijo no los nombres, el único personaje sobrio. Es viernes santo. Aún quedan pendientes cuentas con algunos deudores. Vamos a darle una lección al supuesto mesías
Prendieron los equipos de sonido en las infestadas calles de regreso. Peso Pluma, Carín León y los incansables Tigres del Norte.
Aquí no ha pasado nada. Aquí no paso nada. Los de la gendarmería nacional vaciaron el parque de sus armas automáticas rumbo al cielo.
Vamos a ver si tan machito vuelve pronto a hacer un acto contra la humanidad. Estamos en plenas campañas políticas y viene a alebrestar la gallera. Viva el supremo gobierno, mueran los conservadores.