La Desaparición de los Órganos Autónomos: ¿Una Reforma o una Revancha Político-Empresarial?
Lo que hace solo unos años hubiera sido impensable, se ha vuelto una realidad en el país. Con la aprobación de la desaparición de siete órganos autónomos, incluido el INAI, la Cofece y el Coneval, el gobierno actual encabezado por la primer mujer presidenta ha dado un paso más en su proyecto de consolidar un sistema político sin los contrapesos que durante décadas han buscado regular y equilibrar el poder del Ejecutivo o mejor dicho Ejecutiva.
Esta reforma, que ha sido aprobada tanto en lo general como en lo particular en el Senado de la República, este jueves por la noche, responde a una promesa de campaña y desde luego a los caprichos del ex presidente López Obrador: transformar el Estado mexicano y desmantelar estructuras que, según el anterior presidente, solo servían como “trabas” para su “agenda”. Sin embargo, el costo de esta “transformación” por que así la han denominado podría ser mucho mayor de lo que se imagina uno.
La desaparición de estos órganos autónomos es presentada como un esfuerzo por simplificar y eficientar el Estado. Las funciones de estos organismos, según la reforma, serán absorbidas por diversas Secretarías de Estado. Bajo este discurso de simplificación administrativa, se esconde una preocupación legítima sobre la concentración del poder.
Al eliminar estas instituciones, que, aunque imperfectas, representaban un freno a posibles abusos y garantizaban la transparencia en áreas clave como la competencia económica y la protección de los derechos humanos, el gobierno actual ya sin Obrador y encabezado por Claudia Sheinbaum fortalecerá aún más su capacidad de decisión y control.
Poniendo en riesgo, la separación de poderes y, lo que es aún más grave, la autonomía de las instituciones que garantizan la rendición de cuentas.
Además, el proceso de aprobación de esta reforma no ha sido completamente transparente. A pesar de las voces disidentes que han señalado los peligros de este cambio, es evidente que el gobierno ha logrado imponer su voluntad a través de la fuerza de su mayoría en el Senado y en los congresos locales. La probabilidad de que los 17 congresos estatales necesarios para avalar la reforma también estén bajo el control de Morena y sus aliados refuerza la sensación de que se está construyendo un sistema político sin contrapesos reales.
La rapidez con la que se han acelerado estos cambios refleja una estrategia deliberada para consolidar el poder en manos del Ejecutivo (a) y debilitar a las instituciones que podrían cuestionarla.
Al final, lo que está en juego no es solo la estructura del gobierno, sino el modelo de democracia y gobernanza que se está forjando en México.
La desaparición de los órganos autónomos podría resultar en una mayor concentración de poder y en una disminución de la capacidad de los ciudadanos para fiscalizar y participar activamente en las decisiones que les afectan.
Si bien es cierto que muchas de estas instituciones han sido objeto de críticas en su mayoría por corrupción porque hay que decirlo, su eliminación sin una reforma integral y bien pensada podría abrir la puerta a un autoritarismo disfrazado de “transformación”. Solo el tiempo dirá si esta medida es un paso hacia un México más eficiente o hacia un país menos democrático. En fin, así se la gasta la denominada 4T.