El próximo presidente estadounidense, Donald Trump, planteó modificar la denominación de esta cuenca marítima que comparten México, Estados Unidos y Cuba; sin embargo, hay algunas convenciones internacionales que debe atender antes.
En su primer discurso tras su certificación con presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump dijo que buscará que el golfo de México pase a ser “golfo de América”, un nombre que, según él, es más apropiado.
Aunque nada le impide al próximo mandatario impulsar una ley que concrete este plan, modificar la forma de llamar a un cuerpo de agua que comparten al menos tres países no solo depende de una intención unilateral.
La Organización Hidrográfica Internacional, de la que son miembros tanto Estados Unidos como México, trabaja para garantizar que todos los mares, océanos y aguas navegables del mundo se registren y cartografíen de manera uniforme.
Una medida como esta también requiere de la evaluación de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y el Grupo de Expertos de Naciones Unidas en Nombres Geográficos.
Los estadounidenses y los mexicanos difieren en cuanto a cómo llamar a otro cuerpo de agua importante para los dos países, el río que forma la frontera entre Texas y los estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Los estadounidenses lo llaman Río Grande, los mexicanos Río Bravo.
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