
Beggars Day
Por favor no lo confunda con el diezmo dominical. Tampoco con las campañas permanentes de donación para el Teletón. Eso solo sirve para deducción de impuestos de las compañías transnacionales. Sumado a la impostura de los actores sociales. Sonrisa de por medio ante la cámara uno. Entramos al aire. El gran cheque con cargo a los contribuyentes tributarios. Amén.
El día del limosnero no está incluido en ninguna cultura. Quienes viven en situación de vulnerabilidad tienen la cualidad de volverse invisibles.
A ellos ni el mismo Dios los reconoce. Hijos de la tierra, de la necesidad. Somos millones al desamparo. Los apellidos, los rostros y la piel curtida al sol. Opacamos el triunfalismo del miedo quienes cruzan en sus autos en los cruceros.
Cierre las ventanas. Ponga candado a las puertas. Enfermos de soledad. La locura madura. Entre las cadenas de mando, de las fuerzas policiales, la carne de cañón. Ni siquiera para llenar las prisiones municipales.
Irremediables. Conjurados al desamparo. Por las vías del tren pasa la madrugada. Entre fogatas en los polígonos de los barrios bravos.
El día del limosnero incluye también a aprendices de escritores, fotógrafos, teatristas, actores, cineastas, artistas visuales, músicos ralentizados de sonido pastoso.
Tomados de las manos van por toda la acera. Surca en el pensamiento la próxima convocatoria cultural. Las becas tan escasas. Carnicerías de barriada. De gremios acostumbran a mencionar los burócratas del hastío.
Formalicemos el día 7 de marzo como el día del limosnero. Extiéndales, si esta en sus facultades, el mecenazgo.
En sus hogares hace falta todo. Incluyendo el humidificador de aire. Para respirar saludable, las partículas de veneno suspendidas en el ambiente cotidiano.