
¿Fuero? ¿En serio todavía hablamos de eso?
En México, hablar de fuero siempre ha sido como hablar de un mito urbano: todos saben que existe, pero casi nadie ha visto cómo funciona en la práctica. Antes, bastaba una simple llamada presidencial para que alguien “enfermera” su salida temporal y dejara que el suplente tomara el control. Hoy, con la llamada 4T, parece que esas estrategias no funcionan. Tenemos múltiples casos ruidosos que la memoria no olvida: Segalmex, el huachicol fiscal, y esa larga lista de asuntos escabrosos que vienen arrastrando desde López Obrador. Y, sin embargo, nadie sale volando del Congreso o del Senado de la República, donde an poco se cantan mal las rancher (as) o (os).
Pues bien, ahora la presidenta se levanta con la idea de desaforar. Probablemente porque ya no aguanta a ciertos legisladores que se pasean por Washington, llevando historias de contactos secretos de secretarios de Estado, gobernadores y, claro, líderes de la 4T… muy cercanos al narco. Por lo que no solo sería Alito Moreno; en la lista entre los legisladores en la mira sino también del PAN o bien senadoras incómodas como Lilli Téllez.
Vamos, que la propuesta no es mala, solo que el timing y la selectividad parecen dignos de un reality político.
La mandataria lo dice claro: si ella no tiene fuero, los diputados y senadores tampoco deberían. Y, aunque suena razonable, no deja de provocar cierta sonrisa escéptica: después de todo, aquí la excepción suele ser la regla. Ricardo Monreal (coordinador de Morena en el Congreso de la Unión), por su parte, se muestra diplomático: está a favor, pero con la paciencia de quien espera la iniciativa para decidir, como si el tiempo y la deliberación pudieran domar la imprevisibilidad política mexicana.
La verdad es que la Constitución no menciona “fuero” como tal; habla de inmunidad. Y vaya que esa sutileza ha sido la mejor excusa de muchos para sentirse intocables. La propuesta de la presidenta, en cambio, pretende recordarnos que, al final del día, nadie debería estar por encima de la ley. Eso suena bonito, casi poético, y, quién sabe, tal vez funcione. Solo falta ver si la política mexicana logra digerirlo sin tragarse la ironía del asunto.
Porque, seamos sinceros, eliminar el fuero suena moderno, progresista y hasta necesario… hasta que uno recuerda que la realidad nacional suele tener otros planes, y que aquí, como en todo buen drama político, la ficción supera cualquier expectativa.
Ahora si lo revertimos para Nuevo León , desde hace mucho tiempo, el que llevaría al que llaman o apodan los mismo legisladores locales, al mata-perros de Santa Catarina. Me refiero a Jesús Nava y de ahí…para adelante. Aunque por más cuentas extrañas que solo se le han detectado a algunos alcaldes “bandidos”, nunca hemos visto, que les pase algo.