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Gerardo Ledezma

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La encrucijada de México frente a una posible crisis migratoria

La posible expulsión masiva de migrantes desde Estados Unidos hacia México, anunciada por el presidente electo Donald Trump, pone a prueba la capacidad de nuestro país para enfrentar una de las mayores crisis migratorias de la última década.

La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia coincide con este desafío, y su reciente anuncio de reuniones con gobernadores fronterizos refleja una urgencia que no puede ser postergada. Sin embargo, ¿es suficiente la voluntad política para mitigar los efectos de esta potencial crisis?

Durante años, la política migratoria de México ha oscilado entre la permisividad y la desatención, lo que ha convertido al país en un corredor y, en algunos casos, un destino forzado para miles de migrantes.

La frontera sur, por ejemplo, se ha transformado en un punto crítico donde el flujo de personas supera la capacidad de control y respuesta de las autoridades.

Si Estados Unidos ejecuta su plan de deportaciones masivas, México podría enfrentarse a un escenario caótico en el que el impacto no solo sería humanitario, sino también social y económico.

El aumento de la inseguridad en algunas regiones ha sido atribuido en parte a la falta de estrategias claras para integrar a los migrantes. A este problema se suma la falta de un presupuesto específico para enfrentar esta eventualidad, como admitió la propia mandataria desde Palacio Nacional.

La preparación no puede limitarse a reuniones, sino que debe incluir un plan integral que abarque albergues, empleo, salud y seguridad.

Las autoridades deben actuar con rapidez y firmeza para evitar que el retorno masivo de migrantes se convierta en una crisis aún mayor.

La advertencia de Trump no puede ser ignorada. México tiene la oportunidad de transformar este desafío en un acto de solidaridad y orden, pero para ello se necesita una coordinación efectiva entre los distintos niveles de gobierno, recursos asignados con urgencia y políticas migratorias que reflejen tanto la realidad actual como los valores de una nación que históricamente ha sido hospitalaria. Ignorar estas señales sería un error que el país no puede permitirse en un momento de tanta incertidumbre global.