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Gerson Gómez

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El mundo en grises

Acostumbramos a medir el éxito por la bonanza financiera. En las cocheras de los fraccionamientos las camionetas familiares. Cada una para los integrantes de la familia. Ellos cubren hasta las entradas de los espacios disponibles.

Abandonados en colonias de tráfico restringido. Viven en guetos. No lo saben. Creen en la plusvalía. Sin saber el verdadero significado. Conocimos en Varsovia, la antigua republica Polaca, donde refundieron a los hebreros.

Las vías del tren rumbo al campo de concentración de Auschwitz. Tan tenebroso el espectáculo como las veladoras encendidas todos los días del año. Humanos tratados de manera animal.

Esto es México. Banalizado en cada una de las capitales, municipios y zonas del territorio nacional. Hasta el menesteroso confía en las casetas de vigilancia. Vandalizadas por el vecino proclive a retar la autoridad.

Asfixiado el porvenir. Queda a los munícipes resanar la usurpación del crimen organizado. Tarjetas rosas, becas simultaneas. Dinero del erario consumido en alcohol, estupefacientes y demoras presupuestales.

Al gobernador se le ocurre hacer cuarenta días de conciertos musicales. Cultura para todos. El periodista mutilado en preguntar lo evidente. Viene el mundial de futbol. Los ojos del mundo en el deporte sobrevalorado. Grandes cantinas nuestros estadios.

Bebe y deja al dipsómano en la necesidad de acabar con su salud. Cirrosis hepática, sobrepeso, desnutrición intelectual y vicios alternando con la podredumbre de costumbres.

El profesor Donald Trump esta enojado con Canadá y México. Los esfuerzos del colapso de arbitrariedades estadunidenses. La zona gris aparece en la función cotidiana. Sumamos el subempleo, la desmemoria y por supuesto, las agendas pendientes de equilibrio.

Nadie nunca dirá nada. La reina del hogar necesita camioneta nueva. Cada tres años debe ser renovada. De otra manera, los hijos en el colegio sufrirán acoso de sus compañeros. Les llamaran de manera oprobiosa: pobres.

Eso jamás se olvida.