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Gerardo Ledezma

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Del despojo al título de propiedad: el nuevo milagro inmobiliario made in Infonavit

Al parecer, la nueva política habitacional del país ya no distingue entre el que ahorra y el que irrumpe. En un giro digno de una tragicomedia nacional, el Infonavit ha decidido que la mejor forma de enfrentar el problema de las viviendas invadidas no es mediante el Estado de derecho, sino entregando las llaves al primero que llegue… y aguante cuatro o cinco años pagando la renta.

Sí, como lo lee. Octavio Romero Oropeza, director del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, explicó con toda naturalidad que las personas que actualmente habitan viviendas invadidas —sin ser derechohabientes ni propietarios— podrán convertirse en dueños mediante un “precio muy económico”. El valor será calculado, no por el mercado, sino por el “valor en libros”, como si la realidad inmobiliaria se escribiera con lápiz y se borrara con buena voluntad.

Todo esto, claro, siguiendo la línea marcada por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien —según palabras del mismo Romero Oropeza— ha instruido que no se busquen desalojos, sino “soluciones integrales”. Porque, como bien apuntó, “antes se acostumbraba el desalojo, pero eso fue prohibido en la administración de López Obrador”.

Qué tiempos aquellos, cuando la ley era la ley, y no una hoja de sugerencias. Hoy, la regla parece ser que quien ocupa, gana. ¿Qué importa si el que trabajó y ahorró aún está esperando turno? Lo esencial es convertir un acto ilegal en un logro social.

Según cifras del propio Infonavit, hasta el 13 de junio se han censado 168 mil de las 843 mil viviendas problemáticas. De ellas, 145 mil están actualmente habitadas, mientras que 23 mil permanecen deshabitadas o vandalizadas. Las primeras podrían terminar en manos de sus actuales ocupantes.

Las segundas serán rehabilitadas, en un esfuerzo conjunto con la Secretaría del Bienestar. Todo en nombre de una justicia habitacional que, por lo visto, se construye con lo que queda del orden jurídico.

En resumen, la nueva ruta hacia la propiedad en México ya no pasa por el buró de crédito ni por años de aportaciones: ahora basta con invadir, esperar unos años y luego agradecer al Estado por la generosidad.

Una pregunta queda en el aire: ¿esto es una política pública o un reality show de redención social? Sea cual sea la respuesta, es claro que en el México del Infonavit, la legalidad parece haber perdido el contrato… por invasión.

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