
La última comunicación entre Vladímir Putin y Donald Trump dejó ver un clima tenso que vuelve a colocar a la crisis ucraniana en un punto delicado. El intento de ataque con drones contra la residencia estatal en la región rusa de Nóvgorod, atribuido a las fuerzas ucranianas, desencadenó advertencias directas y el anuncio de que Moscú reconsiderará acuerdos que estaban en proceso de construcción.
El asistente del mandatario ruso, Yuri Ushakov, relató que Putin dejó claro a Trump que el incidente “no quedará sin respuesta” y que el hecho modificará la manera en que Washington se relaciona con Volodímir Zelenski. Ushakov citó que “esto sin duda influirá en los enfoques estadounidenses en el contexto de la colaboración con Zelenski”, y recordó que Trump, según sus propias palabras, celebró que “gracias a Dios, la actual Administración no le entregó Tomahawks”.
La posición rusa, de acuerdo con Ushakov, entra ahora en una fase de revisión. El Kremlin considera que los acuerdos trabajados en días recientes no pueden mantenerse intactos después del ataque. “La posición de Rusia será revisada. Esto se ha declarado con toda claridad. Y los estadounidenses deben comprenderlo. Dado el terrorismo de Estado que ejerce Kiev, la parte rusa no puede proceder de otro modo”, afirmó.
El canciller Serguéi Lavrov también confirmó que Kiev lanzó 91 drones contra la residencia presidencial, todos derribados por la defensa antiaérea. Aunque Moscú sostiene que no abandonará la mesa de negociación con Estados Unidos, Lavrov reconoció que la postura con la que Rusia llega a ese diálogo tampoco permanecerá igual.
La tensión escaló justo después de que Trump recibiera en Mar-a-Lago a Zelenski y sostuviera una llamada conjunta con líderes europeos. Horas antes de ese encuentro, el presidente estadounidense había conversado con Putin y calificó esa charla como “muy productiva”. Sin embargo, al pronunciarse sobre el ataque, se distanció con firmeza de la acción ucraniana. Desde su residencia en Florida señaló: “No me gusta (…). El presidente Putin me contó temprano por la mañana. Dijo que lo habían atacado. No sirve de nada. No sirve de nada”, además de insistir en que “no es el momento adecuado para hacer algo así”.
Mientras Washington intenta mantener el impulso de un eventual plan de paz promovido por Trump, el entorno internacional interpreta el episodio como un riesgo de escalada mayor. El profesor Yosmany Fernández Pacheco, del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García, calificó el intento como un paso destinado a intensificar el conflicto y lo describió como “otro esfuerzo, tanto de la élite ucraniana como de sus patrocinadores europeos, para ya no solo continuar el conflicto, sino intensificarlo mucho más”. A su juicio, constituye “un intento de magnicidio” que se suma a otras acciones como el sabotaje al Nord Stream.
Fernández Pacheco afirmó que el ataque busca sostener una narrativa que presenta a Rusia como agresora y advirtió que ocurre justo cuando Moscú y Washington exploran vías de arreglo. “Eso no le conviene ni al régimen de Kiev, ni a sus aliados de la Unión Europea, porque sería un fracaso absoluto de su discurso y proyecto”, señaló. También subrayó que, lejos de debilitar a Moscú, el episodio “fortalece aún más” su posición internacional y muestra “la incapacidad de Ucrania de vencer directamente en el teatro de operaciones”.
Con las capitales occidentales observando con cautela y el Kremlin endureciendo su discurso, el ataque de Nóvgorod amenaza con abrir un nuevo capítulo de incertidumbre en una guerra que sigue sin un horizonte claro de salida. Sputnik
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