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Gerardo Ledezma

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El regreso de Trump y el papel crucial del voto latino

La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024 ha generado una sacudida en el panorama político de Estados Unidos, abriendo un nuevo capítulo en el que la relación con México se perfila como un tema delicado y lleno de tensiones.

Trump, cuya retórica en 2016 ya sentó un precedente de hostilidad hacia México, ahora regresa a la Casa Blanca con un enfoque renovado en temas migratorios y en la crisis del fentanilo, que ha dejado una estela de muertes en EU.

Sin embargo, detrás de esta victoria también se halla un dato significativo: el voto latino, que ha cambiado de manera compleja en esta elección, desempeñó un rol crucial en su ascenso.

La narrativa de Trump sigue culpando a México y a los migrantes de muchos de los problemas que enfrenta el país, y su amenaza de catalogar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas plantea un escenario complejo. Sin duda, este regreso despierta preocupaciones entre la comunidad internacional, especialmente en México, pues su retórica implica sanciones, políticas migratorias más estrictas y, posiblemente, intervención en asuntos internos.

La constante de Trump al referirse a México como un enemigo externo renueva las tensiones y nos obliga a reflexionar sobre el futuro de las relaciones bilaterales.

En este marco, el voto latino mostró una faceta que desafía los estereotipos de las elecciones anteriores. En 2024, un porcentaje significativo de los latinos, sobre todo de segunda y tercera generación, eligieron a Trump, motivados por un enfoque pragmático que se centra más en sus intereses económicos que en el tema migratorio. El crecimiento económico y la seguridad financiera parecen haber sido aspectos clave para estos votantes, quienes respondieron al mensaje de Trump de una manera que no se había visto en elecciones previas.

Aunque los latinos representaron el 14.7% del electorado este año (según datos oficiales), ya no puede asumirse que apoyen automáticamente al Partido Demócrata. Con un electorado más diverso y complejo, esta comunidad está en un proceso de transformación política, y su influencia es innegable.

Es momento de que ambos partidos, republicanos y demócratas, reconozcan y respeten la autonomía y variedad de intereses de este segmento de votantes. En particular, los republicanos deben cuidar que la radicalización de Trump no termine alejando a los votantes latinos.

El regreso de Donald Trump nos deja con una perspectiva inquietante para los próximos años. La relación con México se verá puesta a prueba una vez más, y el papel de los latinos en EU será fundamental para moldear un nuevo equilibrio político.

Los desafíos económicos y sociales que atraviesa el país requieren algo más que palabras duras; demandan soluciones reales y diálogos efectivos.

La Casa Blanca de Trump, con un enfoque en la polarización y el señalamiento, deberá adaptarse a una realidad donde el voto latino puede redefinir, como lo hizo en estas elecciones, el futuro de la nación.

Por cierto, antes de irnos. En lo local resulta que el PRI anda en su etapa de renovación de presidencia estatal. Lo que nos deja un poco boqui-abiertos de su convocatoria de dos días es que el único en demandar el liderazgo o mejor dicho acudir al llamado es el actual presidente José Luis Garza Ochoa. O la caballada está de nuevo cargada o de plano no quieren atorarle por no tratarse de tiempos electorales.